Parafraseando el famoso Yes We Can de la campaña presidencial de Barack Obama, este ha sido el hashtag utilizado para difundir los avances de la Conferencia del Clima de París en las redes sociales durante estas dos últimas semanas.
Sin embargo, para muchas empresas y ciudadanos, los resultados de esta Conferencia están completamente fuera del radar. Aparte del Comité de Sustentabilidad de algunas empresas y de algunos amigos concienciados por el medio ambiente, mencionar la COP-21 a cualquiera provoca una mirada de indiferencia. A pesar de ello, el histórico acuerdo firmado por los líderes de casi 200 países y conocido como el Acuerdo de París por el cual se ha establecido un nuevo objetivo de alcanzar las cero emisiones netas en la segunda mitad del siglo, tendrá implicaciones para ciudadanos y empresas.
Por primera vez todos los países se han comprometido según el marco de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Aunque es importante destacar que el acuerdo no es perfecto, los compromisos de reducción de emisiones de GEI adquiridos por los países (conocidos como Intended Nationally Determined Contributions en inglés) no son suficientes para mantener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de 2ºC respecto a la era pre-industrial.
En cualquier caso, no dejemos que lo perfecto sea enemigo de lo bueno. El Acuerdo de París manda una poderosa señal a los mercados globales, acelerando la transición hacía una economía baja en carbono. En México, como décimo mayor emisor a nivel mundial, este acuerdo legalmente vinculante acelerará la regulación con nuevas leyes más ambiciosas, con un precio del carbono en forma de impuesto o de mercado de emisiones, impulsará el desarrollo de las energías renovables y del transporte limpio. También creará riesgos emergentes para compañías financieras y no financieras, como la viabilidad de inversiones en activos de carbono (plantas de generación de energías fósiles o inversiones en petróleo y gas) o el aumento de presión en las cadenas de suministro para adquirir compromisos para la lucha contra el cambio climático.
No olvidemos que más que nunca la sociedad civil y las empresas han jugado un papel determinante para alcanzar este acuerdo. La Semana del Clima organizada por empresas y sociedad civil que tuvo lugar en septiembre en Nueva York y su eco en cientos de ciudades alrededor del mundo, las luchas de organizaciones como 350.org en varios países para construir un movimiento global a favor del clima, iniciativas como We Mean Business que agrupa a cientos de empresas e inversionistas y muchas otras iniciativas de empresas y de la sociedad civil en diferentes puntos del planeta, han impulsado el compromiso de nuestros gobiernos. El histórico acuerdo sobre cambio climático firmado el pasado año entre Estados Unidos y China sentó las bases para este acuerdo global alcanzado en París.
El Acuerdo de París asegurará que todos los mexicanos (desde los agricultores de Chiapas hasta los ganaderos de Sonora, pasando por los habitantes de Ciudad de México) son capaces de adaptarse eficazmente a los impactos del cambio climático, mientras que se contribuye a la eliminación de la pobreza, a la mejora de la salud y a la protección del entorno natural, es decir impulsará la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por las Naciones Unidas.
Además ofrecerá a los mexicanos razones más fuertes que nunca para ejercer el verdadero poder de la ciudadanía: elegir productos y servicios de empresas comprometidas con la lucha contra el cambio climático, presionar al Gobierno para que aumente sus compromisos y acciones en este ámbito o decidir dónde invertir su dinero de acuerdo a los beneficios económicos y ambientales que ofrezcan las instituciones. Sin embargo, todavía nos queda mucho camino que recorrer, como dijo Winston Churchill tras su primera gran victoria durante la II Guerra Mundial “Esto no es el fin. No es ni siquiera el principio del fin, si no quizá el fin del comienzo” de la transición hacia una economía baja en carbono.