Dado que la relación con la comunidad es parte de un contexto amplio y el cambio en ésta es producto de decisiones en las que, generalmente, la comunidad no tiene injerencia directa, la negociación y el logro de acuerdos representa un reto importante. En ello radica la relevancia de la participación ciudadana en todos los niveles de la estructura política y social, para que las decisiones que repercuten en las comunidades estén dotadas de la mayor conciencia ciudadana y de lo que a la gente importa.
Con base en el diseño y el acompañamiento que Transparencia Mexicana ha llevado a cabo en procesos de esta naturaleza, aquí algunas consideraciones para institucionalizar la relación con las comunidades.
- Tener claridad sobre el problema a resolver: ¿por qué se quiere un cambio? ¿qué quiere lograrse? ¿con qué finalidad? Hacer manifiestos la intención y el objetivo.
- Diagnóstico incluyente: hacer un mapa de actores en las distintas etapas, identificar riesgos de conflicto y tener contemplada la estrategia para cada uno de ellos. Tener claro que ningún actor es bueno o malo. Las comunidades y los distintos actores son un conjunto de intereses, por lo tanto, a lo largo del proceso, pero en especial durante el diagnóstico, estar alerta a las agendas particulares y no reveladas.
- Diálogo constante: no solo con los líderes de la comunidad, porque a veces son quienes ocultan los intereses de la mayoría para el propio beneficio.
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Sobre esta base, llevar a cabo acciones inmediatas para que la comunidad observe mejoras en el corto plazo. Dejar pasar tiempo genera desconfianza y se pierde el capital ganado. Tomar la ola, la oportunidad de cambio que se generó y usar la corriente a favor de los actores involucrados.
- Contar con equipos multidisciplinarios y con capacidades complementarias. Se requiere capacidad de negociación, perspectiva técnica, sensibilidad social, expertise tecnológico, manejo de crisis y entrega de resultados. El eje transversal en todo ello es la visión estratégica. Simultáneamente, un componente fundamental para todos los miembros del equipo es el trabajo o las visitas de campo. Los miembros del equipo deben palpar lo que sucede en y con las comunidades, no trabajar desde el escritorio o desde la computadora solamente.
- Evaluación constante: revisión entre pares, evaluación externa, entrega periódica de resultados a lo largo de la implementación del cambio, de la política, del programa o del proyecto. Y, por supuesto, la evaluación de impacto.
- Mecanismos efectivos de difusión: con los actores involucrados no hay mejor difusión que los hechos; como decimos en otros ámbitos, hablan por sí mismos. Determinar qué actores interesa que estén informados sobre la experiencia y acerca del conocimiento adquirido. Considerar que un buen indicador de calidad y éxito es si el programa, proyecto o acción es replicable.
- Rendición de cuentas durante todo el proceso para reducir la incertidumbre, la desconfianza y, sobre todo, los riesgos del uso indebido de recursos y corrupción. Transparencia en sí no es suficiente, se requiere congruencia, integridad y ello implica rendición de cuentas: datos abiertos, sistemas de información públicos y cumplimiento de compromisos.
Por último, existe una tensión en el proceso de institucionalizar: mientras las instituciones o relaciones institucionales funcionen y den resultados, son la fuente de certidumbre para las sociedades, por otra, dado que su razón de ser es la actividad humana y ésta es cambiante por naturaleza; son objeto de cambio.
Institucionalizar la relación con las comunidades es un ganar-ganar, en donde la empresa o gobierno y comunidades se encuentran a la mitad del camino, en el cual hay una minimización consciente de la ambición personal y una maximización del bienestar general.