La Agenda 2030 ha sido acordada como un objetivo común entre todos los países de las Naciones Unidas, y plantea 17 objetivos para alcanzar el desarrollo económico y social. Establece además dos aspectos importantes:
1. Estas metas sólo se podrán alcanzar a través de una acción conjunta entre los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.
Este nuevo planteamiento del desarrollo otorga un papel fundamental a las empresas y el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 8 se centra en promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas y todos.
2. Estas metas sólo se podrán alcanzar si se considera la perspectiva de género en todas sus aristas y temas. La idea es simple: no se puede pretender alcanzar el desarrollo con la mitad de la población en múltiples desventajas.
Para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) el sector privado es un socio clave para alcanzar las metas de los ODS e impulsar los esfuerzos en la promoción de la igualdad de género y del empoderamiento de las mujeres.
Las mujeres aportan de manera significativa a las economías, ya sea en empresas, en el campo, como emprendedoras o en el trabajo de cuidados no remunerado. Pero, al entrar en el mercado laboral formal, el trabajo remunerado de las mujeres y su rol como trabajadoras tiende a considerarse como secundario o complementario a su rol principal de “ama de casa”.
Es decir, a pesar de que ellas están teniendo mayor acceso al mercado de trabajo, esto no ha sido un factor para que el trabajo doméstico que realizan disminuya o se comparta de manera más igualitaria fuera y dentro de los hogares.
Para darse una idea de esta aportación invisible de las mujeres, solo basta ver que en 2015 el valor económico en México del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, llevado a cabo casi en su totalidad por mujeres, ascendió al 24,2% del Producto Interno Bruto 1.
Las responsabilidades y tiempo dedicado al hogar o al cuidado de personas dependientes, sin recibir remuneración alguna, restringe notablemente la posibilidad de las mujeres de contar con ingresos propios, de buscar opciones en el mercado laboral, de participar plenamente en la política y la sociedad.
El cuidado no remunerado sigue siendo el impuesto oculto y más alto de las mujeres en términos económicos y de tiempo, lo cual explica también el porqué constituye un freno para la plena integración de las mujeres al mundo laboral.
Si bien la participación de las mujeres en el mercado laboral se ha incrementado en los últimos años, aún existen disparidades. En el caso de México, de acuerdo a estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la brecha salarial entre hombres y mujeres para el año 2016 fue de 16.5%2 , y la participación laboral de las mujeres es de alrededor de 44% mientras que la de los hombres es de 78%3 .
Esta última cifra coloca a México en los últimos lugares no sólo de la OCDE, sino también de América Latina.
Las empresas son base fundamental para que el desarrollo profesional de las mujeres no se vea mermado por la sobrecarga de trabajo no remunerado en los hogares.
Esta comunidad empresarial puede ayudar a eliminar los obstáculos que impiden la participación económica de las mujeres; puede generar innovación para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres; puede poner el ejemplo y promover a mujeres para ocupar puestos directivos sobre la base del mérito; pueden asegurar la igualdad salarial y crear un ambiente seguro con horarios flexibles, estancias infantiles, permisos parentales y una política de tolerancia cero hacia todas las formas de violencia o discriminación contra las mujeres en el lugar de trabajo.4
Se ha observado que la comunidad empresarial, en toda su diversidad, está cada vez más consciente de que un mundo seguro, sostenible e igualitario es sinónimo de empresas más fuertes y mercados más prósperos.
Para que las empresas puedan generar propuestas y acciones concretas en cuanto a perspectiva de género, ONU Mujeres y el Pacto Global de las Naciones Unidas desarrollaron la publicación Principios para el Empoderamiento de las Mujeres en las Empresas, ya que invertir en el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente a la igualdad de género, a la erradicación de la pobreza y al crecimiento económico inclusivo.
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Desde 2014 Juliette Bonnafé es Especialista de Programas en ONU Mujeres – México. Cuenta con una maestría en Comunicación, y una maestría en Urbanismo y Desarrollo Local por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia (Sciences Po Paris). Cuenta con más de 15 años de experiencia en políticas públicas y gestión de proyectos, y 10 años en temas de igualdad de género.
Previo a unirse a ONU Mujeres, trabajó cinco años en la Secretaría de Educación Pública en México como responsable de la transversalización de la perspectiva de género en las políticas educativas, en donde creó y coordinó la Unidad de Género.
Previo a esto, se había desempeñado como urbanista en México: desde la UNAM en investigación y coordinación de proyectos, desde el sector privado, entre otros; en temas diversos como la rehabilitación de centros históricos o la coordinación de políticas metropolitanas.
La Sra. Bonnafé cuenta con diversas publicaciones en las áreas de género en la educación básica, prevención y atención de violencia de género, estudios urbanos, y, más recientemente desde ONU Mujeres ha coordinado publicaciones en temas diversos de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.
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1. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI 2015), Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México
2. Fuente: OCDE (2016). Gender wage gap indicator.
3. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2018.
4 ONU Mujeres Principios para el empoderamiento de las mujeres en las empresas. Consultado en: http://mexico.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2016/01/principios-empoderamiento-mujeres-empresas