El rápido desarrollo de las tecnologías y la extensión generalizada de internet y la telefonía móvil están abriendo un sinfín de oportunidades para las organizaciones humanitarias. Estos avances han llegado para quedarse, y hacer uso de ellos nos puede ayudar a tomar mejores decisiones y ser más efectivos, también en la gestión del agua.
El acceso al agua y al saneamiento es un derecho básico para vida, la salud y la dignidad. Los cultivos, el ganado, la industria y el comercio dependen de él. También es fundamental para prevenir enfermedades. Sin embargo, en pleno siglo XXI, más de 2000 millones de personas en el mundo no disponen de agua potable.
Su relación con la pobreza y la desnutrición lo convierten en uno de los ejes prioritarios de Acción contra el Hambre. Trabajamos para garantizar el acceso, pero también para mejorar su gestión, maximizando los recursos disponibles y reduciendo el coste. Un objetivo para el que la innovación resulta esencial.
Una gestión eficiente y sostenible
Algo tan sencillo como un sistema de regadío mejorado puede suponer un ahorro de hasta un 80% de agua respecto a uno tradicional. El uso de nuevos desarrollos de baja presión permite, además, un importante ahorro energético y de tiempo de acarreo. Esta tecnología ayuda a diversificar los cultivos al margen de la estacionalidad con un coste mucho más bajo, lo que en las zonas áridas puede suponer una gran diferencia en la dieta, el acceso a los mercados y el crecimiento socioeconómico de las comunidades.
Otro ejemplo de aplicación de la tecnología en la gestión de los recursos hídricos, lo encontramos en Mali, donde hemos implementado un innovador sistema de monitoreo de aguas subterráneas, utilizando en los pozos sensores capaces de detectar variaciones en el nivel freático o la salinidad del agua. Esta información nos permite conocer la cantidad de agua disponible o su calidad, lo que nos ayuda a planificar el uso de los pozos de manera más eficiente y sostenible. Podemos determinar, por ejemplo, cuál es el uso más adecuado de la fuente, si el consumo humano, el abastecimiento de animales o la agricultura, o decidir si es necesario implementar un sistema de riego que economice su consumo para no agotar el acuífero.
SIG Sahel: un sistema alimentado por satélites y pastores
La gran disponibilidad de información satélite, como la del Programa Copérnico de la Agencia Espacial Europea (ESA), y la capacidad para procesarla en tiempo real están modificando las metodologías de trabajo y el papel desempeñado por las propias comunidades, facilitando la toma de decisiones en ámbitos como la prevención de riesgos o la articulación de las intervenciones de emergencia.
Un ejemplo de ello es SIG Sahel, un sistema de vigilancia pastoral que permite hacer seguimiento de la sequía en Malí, Níger, Senegal, Mauritania y Burkina Faso. Combina datos recogidos por informadores locales a través del teléfono móvil e imágenes de satélite en alta resolución que muestran la producción de biomasa para pastos, es decir las zonas verdes. El análisis de estos datos permite hacer seguimiento de la sequía y planear los movimientos de trashumancia por las áreas más fértiles, garantizando el acceso a agua y al pasto.
Este proyecto, desarrollado por Acción contra el Hambre en colaboración con la Agencia Espacial Europea, cuenta también con el apoyo de la NASA para la identificación de cuerpos de agua de superficie en el norte de la región. Funciona como un sistema de alerta temprana en dos niveles: por un lado, entre los pastores, a los que se informa a través de radios locales; y, por otro, entre gobiernos y organizaciones que, gracias a esta información, pueden planificar la explotación de recursos comunes y escasos, y contribuir a la estabilidad, evitando posibles crisis humanitarias.
Prevención y respuesta en situaciones de emergencia
Lo mismo ocurre ante fenómenos climáticos como ciclones o lluvias torrenciales. Disponer de gran cantidad de datos y poder analizarlos en el acto nos permite planificar y evacuar si es necesario. Es el caso de la cuenca del Río Achiguate, en Guatemala, en cuyo cauce hemos instalado sensores que miden la crecida del agua, su volumen o su velocidad. A partir de esta información y en función de la orografía de la zona, se generan mapas de riesgo. Las comunidades de la zona utilizan este sistema para organizar las medidas de prevención, mitigación y respuesta ante los posibles escenarios de inundación, que pueden ir desde la construcción de un dique hasta un sistema de alerta a la población.
La tecnología también puede ser útil para garantizar el suministro de agua durante una emergencia. Controlamos los puntos de recarga de los camiones y planificamos las rutas de distribución mediante herramientas GPS. Monitorizamos el nivel de las cubas y la calidad del agua para asegurarnos de que toda la población reciba el sustento que necesita.
El sector privado, una pieza clave para la innovación
Son muchos los avances, pero también los retos. Aunque la mayoría de estas aplicaciones aún se encuentran en fase experimental, los resultados obtenidos ponen de manifiesto las múltiples oportunidades que ofrecen en el ámbito humanitario y, más concretamente, en la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6: garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible, y el saneamiento para todas las personas.
Estos desarrollos tecnológicos son fruto de la colaboración con entidades locales y universidades. No obstante, la experiencia del sector privado en nuestro país puede tener un papel decisivo, especialmente en todo lo referente a la gestión del agua, donde la ingeniería española y las instituciones son un ejemplo de éxito e innovación.
El acceso al agua y al saneamiento, uno de los grandes retos del S.XXI
Si bien en las últimas décadas se ha progresado de manera significativa, miles de millones de personas aún carecen de acceso a agua potable y saneamiento. Una realidad que tiene graves implicaciones para la salud y el desarrollo de las comunidades. Los datos hablan por sí solos: cada día, alrededor de 1000 niños y niñas pierden la vida a causa de enfermedades asociadas a la falta de higiene.
Desde Acción contra el Hambre, trabajamos en más de 45 países para proporcionar acceso a estos servicios esenciales. Distribuimos agua en situaciones de emergencia, construimos y rehabilitamos infraestructuras, y buscamos la mejor manera de gestionar los recursos disponibles cuando el agua es insuficiente o insegura. Construimos letrinas, estaciones de lavado y distribuimos kits con productos básicos, como jabón o cepillos de dientes, para promover el saneamiento y la higiene.
Nuestro objetivo es asegurar un cambio duradero, por lo que siempre se trabaja mano a mano con las comunidades locales. Se capacitan comités para el mantenimiento y la gestión de infraestructuras y recursos. También se forman equipos de salud para llevar a cabo campañas de concienciación y fomentar hábitos saludables, como lavarse las manos o utilizar utensilios de cocina limpios, reduciendo así el riesgo de contraer enfermedades.
Entidades como Banco Santander, Ferrovial, Fundación Emilio Moro, Fundación Juan Entrecanales Azcárate, Fundación We are Water o Gis4Tech colaboran con Acción contra el Hambre llevando agua potable y saneamiento a miles de personas en todo el mundo.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Agua.