Ahora que estamos conmemorando, este 20 de junio, el Día Mundial del Refugiado, pienso que es una buena oportunidad para echar la vista atrás y recapitular sobre la aportación que Eroski y sus clientes han hecho a la causa de los refugiados a través de nuestra alianza con ACNUR, y extraer de ella alguna reflexión y aprendizaje que puedan ser de utilidad para otras organizaciones.
Nuestra relación con ACNUR comenzó hace ya bastantes años; en concreto, fue en 2015 cuando Eroski y ACNUR firmaron su primer convenio de colaboración para impulsar una campaña de solidaridad a favor de los refugiados y desplazados sirios. Fue una campaña altamente participada y exitosa, que mereció el premio de la Asociación Española de Fundraising en la categoría de Mejor Colaboración ONG-Empresa.
Fueron miles de trabajadores de nuestras tiendas los que se implicaron en hacer llegar a nuestros clientes la necesidad de colaborar, y fueron miles de clientes los que no dudaron en canalizar con nosotros su solidaridad adquiriendo un sencillo adorno navideño: la Estrella Solidaria de Eroski. La iniciativa partió (por algo somos una cooperativa) de la propuesta de una trabajadora de Eroski…
Al año siguiente repetimos la iniciativa, y de nuevo lo hicimos un año más tarde. Otras acciones han venido después, como la aportación de los beneficios de la venta de una sencilla bolsa solidaria reutilizable, o, más recientemente, el desarrollo de una de nuestras primeras iniciativas dentro del programa Céntimos Solidarios a beneficio de los refugiados, canalizada a través de ACNUR.
En paralelo, la información al consumidor que nuestro proyecto informativo Consumer proporciona desde hace décadas a los ciudadanos da buena cuenta, en su canal de Solidaridad, de la situación y necesidades de refugiados y desplazados, en coherencia con la certidumbre que tenemos en Eroski de que solo un ciudadano consciente y bien informado es un ciudadano que actúa en el pleno ejercicio de su libertad.
La alianza con ACNUR es valiosa. Sin duda, y en primera instancia, por lo que significa para quienes necesitan la ayuda que suponen los cientos de miles de euros que permite canalizar, sumando la aportación de Eroski a la de nuestros clientes. Pero también por otros elementos de valor.
No me detendré en los más obvios (el orgullo de pertenencia para nuestros equipos…), pero sí en el que creo más crucial: la posibilidad de facilitar, en la vida cotidiana de miles de personas, una oportunidad para la reflexión (para esa conversación privada que todos tenemos con nosotros mismos acerca de nuestra responsabilidad ética, personal y colectiva, con otros), y para convertirla en acción. Nada hay más cerca para un consumidor que la tienda donde hace su compra. No es mala cosa que en lo más cotidiano podamos integrar esta apelación a colaborar (amable y pequeña, pero ineludible y necesaria).
Termino con una invitación que me permito hacerles: colaboren con ACNUR. Nos lo han puesto fácil. La alta valía profesional y humana de sus equipos, y la motivación y empeño de quienes hacemos Eroski día a día han sido ingredientes para una receta de éxito en el reto de concebir y concretar propuestas que enganchen con el consumidor. Y la finalidad para los fondos recabados no puede ser de una necesidad más imperativa.
Es necesario que no dejen ustedes pasar la oportunidad. Háganlo hoy, Día Mundial del Refugiado, o cuando sea, pero háganlo.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables – Día Mundial del Refugiado.