La generación de residuos es uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos en la actualidad debido, entre otros motivos, al crecimiento poblacional y la intensificación del consumo, ya que la cantidad de desperdicios que generamos es cada vez mayor.
Así lo dicen las cifras. En 2021, en España generamos 115,4 millones de toneladas de residuos, de los cuales solo el 49,9 % fueron reciclados. Un hecho realmente preocupante si tenemos en cuenta que estos deshechos, normalmente, se acumulan en vertederos, contaminan ecosistemas y perjudican a comunidades vulnerables.
Es en este contexto, la economía circular emerge como la mejor alternativa. A diferencia de un modelo tradicional, que sigue la premisa de «extraer, producir, usar y desechar», la economía circular propone un sistema orientado a maximizar la reutilización de materiales y transformar los residuos en recursos. Este enfoque implica repensar los productos que consumimos y crear nuevos recursos de todo aquello que actualmente acaba en rechazo, implementando un modelo que vele por el cuidado del medioambiente.
De esta forma, nace Residuo cero, una iniciativa que busca eliminar la generación de desechos mediante prácticas que mantengan en uso a los materiales y productos el mayor tiempo posible de manera que, en vez de tirar algo, se le dé una segunda vida útil, para reducir significativamente la presión sobre los recursos naturales finitos y minimizar el impacto ambiental.
Esto es especialmente relevante en las regiones más turísticas, que, a diferencia de otras localidades, generan más residuos por el flujo constante de visitantes y los recursos necesarios para sostener esta actividad. Es así como nació TIRME, un parque de tecnologías ambientales cuyo modelo diseñado para la ciudad de Mallorca está basado en el reciclaje de calidad donde los residuos se convierten en nuevos recursos a través de la recuperación de materiales en nuestras plantas de valorización material y energética, llegando así al vertido cero de residuos.
Aunque muchos residuos pueden ser reciclados, no todos pueden seguir ese mismo camino. Esto no significa que no puedan formar parte de la economía circular acabando en disposición final. A través de la valorización energética, estos rechazos se transforman en energía y contribuyen así a un modelo más sostenible.
¿Conoces los tipos más comunes de valorización energética? En primer lugar, la incineración con recuperación de energía consiste en quemar los residuos rechazados en instalaciones controladas, generando calor que puede ser utilizado para producir electricidad, el 50% de la energía que proviene de este método de valorización se considera renovable. En una planta como la de Mallorca, la energía producida equivale a la energía consumida por 85.000 viviendas.
En segundo lugar se encuentran los procesos de pirólisis y de gasificación. Estos procesos descomponen los residuos orgánicos y plásticos con bajas cantidades de oxígeno. La pirólisis produce aceites y gases que pueden ser utilizados como combustibles, mientras que la gasificación genera gas de síntesis, una mezcla de hidrógeno y monóxido de carbono que puede aprovecharse en la generación de electricidad o combustibles.
Y por último, hablamos de secado solar. Mediante este método, se utiliza el calor del sol para tratar los lodos procedentes de depuradoras. El resultado de este proceso es la producción de biocombustible.
Es muy importante tener en cuenta que, en el proceso de valorización de residuos, la colaboración de los ciudadanos es esencial. Las personas juegan un papel crucial mediante el consumo responsable, la reducción de desechos, la correcta separación de residuos y el apoyo a iniciativas de reciclaje y reutilización. La sensibilización y la concienciación es otra pieza fundamental en la economía circular y, para ello, desde Urbaser siempre recomendamos una serie de medidas fáciles de implementar, las cuales contribuyen a la economía circular, como reducir el consumo de plásticos y envases de un solo uso, la separación y reciclaje en el hogar, apostar por productos duraderos y reparables, el compostaje doméstico y la participación en programas de reciclaje y reutilización.
Porque la transición hacia una economía circular requiere el compromiso de todos, ya seamos ciudadanos, empresas e instituciones, ¡feliz Semana Europea de la Prevención de Residuos!