La Real Academia Española define la era geológica en la que nos encontramos, el Antropoceno, como la época caracterizada por la modificación global y sincrónica de los sistemas naturales por la acción humana.
La huella ecológica generada por la economía lineal en la que nos hemos desarrollado hasta ahora, unido a la sobreexplotación de recursos naturales, en los dos últimos siglos, han provocado que la balanza entre lo natural y lo artificial se decante claramente hacia lo segundo: lo fabricado por el ser humano supera en peso a la masa de los seres vivos. Desde el año 1900 se ha duplicado la masa creada por el hombre cada 20 años. Esta tendencia daría como resultado que en 2040 los materiales creados por la humanidad sean el triple de la biomasa mundial, lo que conllevaría una gestión de residuos y desechos verdaderamente titánica.
Con estos datos está claro que los sistemas y diseños de producción han de cambiar drásticamente. Adquirir consciencia de lo que necesitamos, dejar de acumular recursos que luego se convertirán en residuos y potenciar la economía circular, son algunas de las claves de la nueva economía regenerativa.
En el Grupo ASISA hemos desarrollado un exigente plan de revalorización de residuos. Ya no se trata únicamente de reducir el consumo, sino de ser capaces de alargar la vida útil de aquellos que necesitamos adquirir.
Nuestro plan de gestión de residuos se basa en el equilibrio durante todo el ciclo de vida de los recursos y comienza por abastecernos de forma consciente. Contar con una cadena de valor que pone el foco en el trato respetuoso con la naturaleza es esencial. El 100% de los proveedores centralizados son homologados y pasan regularmente por un proceso de verificación de criterios medioambientales. Otro eslabón importante es la optimización de stock a la que el grupo ha dado prioridad desde hace mucho tiempo.
Esto nos permite ser más eficientes y realistas entre lo que se adquiere y lo que se necesita. Gracias a este trabajo diario, en el que se encuentran involucradas prácticamente la totalidad de las personas que componen la compañía, se ha conseguido reducir un 36% los residuos no peligrosos, un 31% los peligrosos y un 12% los sanitarios en 2023.
Más allá de aquellos residuos que se generan de nuestra propia actividad asistencial y comercial, existen otros secundarios a los que también damos importancia y que gestionamos a través de la circularidad o la transformación.
Es decir, que lo que podría ser un deshecho, o bien lo introducimos de nuevo al mercado como materia prima para ser utilizado por un tercero, o lo convertimos en otro producto como, por ejemplo, el biodiésel. Se trata de aquellos materiales que se generan derivados de las mercancías que llegan a los hospitales, como las cajas de cartón, plásticos retractilados o pallets, así como el aceite usado de las cocinas de los hospitales que acaba convertido en biocombustible. Este sistema, que a priori parece sencillo, nos ha obligado a restructurar áreas enteras en los centros para poder almacenarlos de forma correcta y conlleva la colaboración de muchas áreas de la compañía. Un trabajo en equipo que, sin duda, está generando beneficios al grupo y al planeta en su conjunto.
En definitiva, debemos dejar a un lado la individualidad y fijarnos en todo lo que hay alrededor, dar valor no solo a lo que depende de nosotros, lo que podemos hacer directamente en nuestra labor diaria, sino también a aquellos aspectos que indirectamente nos afectan y actuar en consecuencia. Dejar esta era del Antropoceno y volver a lo que nos hizo fuertes como especie, como Homo Sapiens, que fue la colaboración.
Tenemos el difícil reto de seguir desarrollándonos, viviendo confortablemente, pero con la naturaleza en estado saludable. Parece que volvemos a ser los protagonistas en la regeneración de lo dañado, adquiriendo el difícil rol de ser la #GeneraciónRestauración, como dice el lema del Día Mundial del Medio Ambiente 2024.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente 2024