En 2022, la pobreza sigue teniendo rostro de mujer. Las mujeres, y especialmente las que viven en entornos rurales, dependen en mayor medida de los recursos naturales (recogida, utilización y administración de agua y alimentos), ello las hace más vulnerables al impacto del cambio climático. De ahí que incorporarlas a las actividades que sirvan para reducir el riesgo de desastres será uno de los mayores desafíos del siglo XXI. Con nuestro trabajo, en Ayuda en Acción apoyamos a las mujeres para que, desde lo local, realicen acciones para mitigar el impacto del cambio climático y también para adaptarse a él. Pero para que esto sea posible es fundamental que se escuche su voz y que participen en la toma de decisiones.
Ejemplo de este trabajo son muchos de los proyectos que Ayuda en Acción desarrolla en América Latina y África.
Por ejemplo, en la provincia de Azuay (Ecuador) contamos con financiación de la Unión Europea para que las comunidades que viven en las sub cuencas de los ríos San Francisco y Vivar realicen una mejor gestión de sus recursos naturales, en este caso hídricos. Con el fin de adaptarse a la realidad del cambio climático, las actividades productivas que realizan son lideradas por organizaciones de mujeres o con participación mixta y, a través de ellas, fortalecen sus cadenas de valor y consiguen que sean más resilientes frente al cambio climático. Promovemos así el liderazgo de las mujeres, su empoderamiento y su participación no solo económica, sino también política y ambiental.
En Colombia, el trabajo que realizamos en Los Montes de María, Departamento de Bolívar, para fomentar la equidad de género está ligado al proceso de construcción de la paz. Allí, en colaboración con la AACID, Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, damos apoyo a la “Red de Mujeres Rurales del Norte de Bolivia” para fortalecer sus capacidades y defender sus derechos. También promovemos una escuela itinerante que se desplaza por las veredas y corregimientos ofreciendo formación sobre equidad de género, construcción de la paz y reconciliación.
De igual modo, estamos contribuyendo a elaborar una Política Municipal de Género coordinando a las organizaciones de la sociedad civil y al gobierno local de María La Baja. Por último, junto con servicios jurídicos, estamos mejorando la atención a las víctimas de violencia de género.
En El Salvador, en pleno Corredor Seco Centroamericano, fomentamos el empoderamiento personal y la autonomía económica de las mujeres en municipios rurales para que puedan acceder a la soberanía y seguridad alimentarias.
Y en Honduras, dinamizamos las economías locales de mujeres y jóvenes de pueblos indígenas y afrodescendietes mediante el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y el desarrollo de la competitividad de iniciativas empresariales de mujeres y jóvenes en ecosistemas acuáticos y de bosque. Tenemos proyectos para conservar los manglares, también llamado carbono azul por su alta capacidad de absorción de CO2, superior incluso a la de los bosques terrestres.
En Etiopía, promovemos entornos y medios de vida resilientes para las familias y comunidades más vulnerables de Arsi-Oromía para reducir la inseguridad alimentaria, la migración y el desempleo juvenil. Y en Uganda, apoyamos el desarrollo de cadenas de valor para la inclusión en el mercado de productoras y productores.
Los matices varían geográficamente en función del contexto social, ambiental económico, político y cultural de cada territorio en el que está presente Ayuda en Acción, pero el enfoque y la visión son compartidos como un eje y un pilar estratégico de nuestro trabajo sobre el terreno, tal y como lo reflejan estos ejemplos. Impulsar no solo la participación de la mujer sino el liderazgo femenino en todos los procesos de desarrollo social, económico y ambiental es y será crucial para responder a los desafíos ambientales que plantea el siglo XXI.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Mujer 2022.