Vivimos en un mundo cada vez más conectado, donde las distancias se acortan y los retos a los que nos enfrentamos nos unen en un mismo escenario. Cuando hablamos de acción social, no podemos ser ajenos a las situaciones de crisis y emergencia que pasan en cualquier lugar del planeta, especialmente cuando estas afectan a los más vulnerables. La unión de esfuerzos y la colaboración de impacto social es clave, y esta contribución se multiplica cuando nos apoyamos en grupos expertos y referentes como lo es Cruz Roja en prácticamente cada rincón el planeta.
El actual es además un momento especialmente retador y 2022 ha sido el año en el que la incertidumbre y la fragilidad, se ha instalado especialmente creando un nuevo paradigma que muchos denominan ya como una nueva era.
Eventos como la guerra contra Ucrania o la crisis energética y de materias primas, han puesto en jaque el modelo tradicional y cuestiones como la seguridad alimentaria, el acceso a la salud o la crisis climática, son, si cabe, más relevantes que nunca.
Este modelo convive con la crisis climática que está exacerbando la magnitud y la frecuencia de eventos de la naturaleza, que requieren un mayor esfuerzo colectivo para hacerles frente.
Conscientes de la importancia de un abordaje integral y de la canalización de la ayuda de la forma adecuada, lo más cierto frente a este momento de cambio constante es la confianza en expertos y en instituciones que en momentos de incertidumbre pongan claridad, estructura y conocimiento al servicio de las necesidades sociales.
En el último año han sido varios los momentos de crisis humanitaria que han azotado regiones como Ucrania, pero también aquellas afectadas por los terremotos como los de Siria y Turquía. Situaciones que han movilizado a personas de todo el mundo en su afán por colaborar y sumar acción para la ayuda inmediata y posterior reconstrucción y abordaje de las situaciones que se han derivado.
Conscientes del valor de este compromiso individual y colectivo, que no es ajeno al de las propias organizaciones, en Bayer hemos querido impulsar y aunar estas ganas de contribuir de nuestros equipos en todo el mundo, con los propios de la organización para multiplicar recursos y llegar a más personas.
Un ejemplo reciente de esto fue la actuación en la que colaboramos en la serie de terremotos que azotaron a Siria y Turquía en febrero de este año. Estos terremotos fueron los más mortales y fuertes que se han registrado en la región en muchos años y se agravaron con una gran tormenta de invierno que complicó las labores de rescate y la situación de los supervivientes, debido a la nieve y la brusca bajada de las temperaturas.
Frente a este hecho en Bayer como organización, pero también sus empleados de todo el mundo se unieron en el compromiso de la acción. Las donaciones particulares de los equipos de todo el mundo, y la acción inmediata corporativa para liberar 1,5 millones de euros de fondos de emergencia, fue clave para ayudar a la población en las regiones afectadas. Unos recursos que se donaron a organizaciones locales, pero fundamentalmente a Cruz Roja y a la Media Luna Roja para asegurar la llegada en tiempo y forma adecuada.
Nuestros recursos y los de tantas otras personas en todo el mundo, no hubieran podido llegar de la misma manera, si no hubiera sido gracias a la colaboración con Cruz Roja.
Por eso es importante el reconocimiento y agradecimiento a la institución y a cada una de las personas que la conforman. Su acción diaria visible en todo el mundo, pero muy especialmente en momentos como el actual su acción frente a emergencias de estas magnitudes son claves para la recuperación. Gracias por acortan distancias, por poner claridad en momentos de incertidumbre y por multiplicar con vuestra acción nuestras ganas de contribuir al avance de todos hacia un mundo mejor.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Cruz Roja 2023.