Desde hace un tiempo nos enfrentamos a una realidad convulsa en la que un consenso claro y generalizado sobre la relevancia de la sostenibilidad en el mundo empresarial ha dado paso a distintas corrientes de opinión que pueden resultar desalentadoras. En momentos en los que el mundo parece unir fuerzas para reducir las emisiones de carbono, se está gestando un movimiento antiESG en Estados Unidos, conocido como ESG backlash, que ha cuestionado su eficacia y esgrimido preocupaciones sobre posibles distorsiones del mercado y conflictos de interés que pudieran generarse.
Sus partidarios, que se escudan en que los criterios ESG podrían enmascarar prácticas de greenwashing, defienden planteamientos que cuestionan lo irresponsable que pudiera ser el hecho de considerar factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo dentro del análisis de las inversiones en lugar de primar la protección de las economías, los empleos y la independencia energética.
Este movimiento ha puesto en su punto de mira, por ejemplo, a la gestora de fondos BlackRock, cuyo máximo responsable, Larry Fink, mostró su preocupación durante su última intervención en Davos, asegurando que “la narrativa antiESG está creando una gran polarización”.
Pero la realidad es que la consideración de los aspectos ASG (por sus siglas en castellano, ambiental, social y de buen gobierno) en la gestión empresarial ha dejado de ser una moda, dado que los riesgos de no tenerlos en cuenta, antes percibidos como lejanos, ya se están materializando a día de hoy y su gravedad está siendo analizada por organizaciones de referencia mundial.
Según el Global Risk Report 2023 del World Economic Forum (WEF), las amenazas más relevantes a corto plazo incluyen el incremento del coste de la vida, los desastres naturales y eventos climáticos extremos, las confrontaciones geoeconómicas, el fracaso en la mitigación del cambio climático y la erosión de la cohesión social y la polarización.
Afortunadamente, la consideración de los criterios ESG en Europa está en las antípodas de este movimiento. El desarrollo de marcos regulatorios como la Taxonomía de Actividades Sostenibles, Sustainable Finance Reporting Directive (SFRD), así como la recientemente aprobada Corporate Sustainable Reporting Directive (CSRD), sigue refrendando esa visión comprometida de futuro de la Unión Europea.
Este mismo enfoque se ve fortalecido desde el mundo financiero, cuyo nivel de escrutinio y exigencia es cada vez mayor, al entender que los aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno han de estar incluidos, por su creciente relevancia, en los modelos de gestión de riesgos y análisis de las carteras de inversión.
Prueba de la importancia que han cobrado es el reciente anuncio del BME (Bolsas y Mercados Españoles) del lanzamiento de la familia de índices IBEX® ESG, que persiguen fomentar el esfuerzo de los emisores en el ámbito de la sostenibilidad y aumentar la transparencia para los inversores que desean invertir en empresas con un sólido perfil sostenible. Esto va a contribuir, sin duda, a redirigir los flujos de capital hacia aquellas actividades alineadas con los objetivos estratégicos de la Unión Europea.
En Capital Energy tenemos claro que la integración de los aspectos ESG será la clave de las estrategias de inversión exitosas, al ayudar a reducir riesgos y generar valor a medio y largo plazo. Por este motivo, y en el marco de nuestra Estrategia de Sostenibilidad 2021-2025, seguimos trabajando para integrarlos en todas nuestras actividades y líneas de negocio, con una visión de creación de valor compartido para nuestros grupos de interés.
Asimismo, somos conscientes de que solo será posible dar respuesta a las demandas de informacion que demuestren este compromiso mediante el uso de las tecnologías y capacidades digitales que nos permitan recopilar y tratar los datos, dotando a este proceso de la adaptabilidad y velocidad necesarias en el contexto actual. Esto constituye un gran reto para la compañía, pero no hay duda de que en muy poco tiempo se convertirá en una ventaja competitiva, impactando en su reputación y valor.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Revolución ASG.