El artículo 27.2. de la Constitución Española dice que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. En muchas ocasiones, nos referimos a la educación como la “escalera social”, una herramienta que permite a cualquier ciudadano desarrollarse, mejorar socialmente, progresar económicamente, en resumen, romper ataduras para, desde la libertad, ser el dueño de su destino y optar por su futuro.
Serían muchas las cifras que podríamos dar para sostener estas afirmaciones: la educación marca el futuro, los empleos que tendrás, el nivel salarial, incluso la salud. Esto también afecta a la igualdad de género. La educación es la herramienta más potente para reducir la brecha de género y cambiar nuestra sociedad. Decía Malala Yousafzai que “existen pocas armas en el mundo tan poderosas como una niña con un libro en la mano”.
En España gozamos de un marco constitucional que asegura los derechos de todos en igualdad y un sistema educativo asentado, fuerte, que actúa como escalera social y puente para reducir la brecha de género. Las mujeres han sabido aprovechar esas herramientas y posicionarse, desde el trato igualitario, cada vez en más y mejores posiciones. Así lo vemos en aquellos puestos a los que se accede por mérito y capacidad en igualdad de condiciones. Cada vez hay más mujeres en la universidad o, por ejemplo, en las últimas promociones de jueces, más del 70% son mujeres.
Se están dando grandes pasos, pero todavía debemos seguir trabajando en muchas áreas, por ejemplo en el acceso a la formación STEM, tanto a las carreras universitarias como a la Formación Profesional del ámbito STEM. El porcentaje que representan las alumnas es residual o inexistente en muchos casos. Sin embargo, estas formaciones aseguran un buen futuro, tienen proyección, buenos salarios, empleo estable, etc. Por eso es tan importante que la mujer acceda también a esos ámbitos, porque la asegurará un futuro mejor.
¿Qué podemos hacer? Se están poniendo en marcha diversos programas para acercar las STEM a las alumnas de instituto e incluso antes. En el caso de la Comunidad de Madrid, con un programa específico de STEMadrid o desde experiencias con mucho impacto que acercan referentes, como la Semana de la Mujer en la Ciencia o con el testimonio de ingenieras en los centros educativos.
Está comprobado que, entre dos alumnas con los mismos buenos resultados en matemáticas, si una tiene una “madre STEM”, seguirá una carrera STEM. Y si la otra alumna no cuenta con un referente STEM, es más difícil que escoja esas opciones.
Debemos reflexionar mucho estas cuestiones. Por un lado, para ofrecer referentes cercanos que ayuden a romper cualquier tipo de barrera, de prejuicios, y permitan a las chicas, y a todo el alumnado en general, elegir sus opciones en absoluta libertad, conociéndose a ellos mismos y desde lo que, de verdad, quieren hacer.
Y, por otro, debemos profundizar en el análisis e ir a la causa: ¿qué está pasando? ¿cuál es la autopercepción de las alumnas? ¿por qué siguen pensando que hay barreras? Tal vez necesitemos acudir a la teoría cognitivo social para entender mejor qué sucede con los intereses profesionales de nuestro alumnado e ir a las causas del problema, ayudando en estas elecciones, desde el principio.
Los referentes son esenciales y cualquier iniciativa que los acerca, marcará la diferencia. Como también sucede con las experiencias de mentoring o acompañamiento que tan buenos frutos están dando a nivel de altas directivas.
No son pocas las iniciativas que apoyan al desarrollo profesional de la mujer y siempre se hace con un componente formativo, contando con la educación. Aprendamos de lo que funciona y lo que facilita que la mujer siga mejorando.
Personalmente, no creo que las cuotas, ni la obligatoriedad de contar con mujeres sea el camino. Por dos cuestiones muy sencillas: la primera, porque nadie nos ha dicho todavía qué hay que hacer en los sectores en los que mayoritariamente somos mujeres. Y lo segundo, porque creo que todos preferimos estar en un puesto por nuestra valía, nuestro mérito, nuestra formación, nuestra experiencia, que simplemente “porque tocaba”. Eso, pone el foco en todas nosotras y puede suscitar dudas sobre nuestra capacidad, algo contraproducente para la igualdad de la mujer.
Por cierto, en educación el 72’4% del profesorado es mujer. Tenemos en nuestras manos esa “arma poderosa” que decía Malala y debemos aprovecharla para seguir trabajando por una sociedad en igualdad.
Es cierto que queda un largo camino por recorrer, no debemos ni conformarnos ni ser autocomplacientes. Pero debemos reconocer lo andado porque es la base para seguir avanzando. Y la gran base de ese camino ha sido la educación. Sigamos apostando por ella y nuestra sociedad continuará avanzando en la igualdad.