Aunque no la veamos obvia, siempre ha habido una relación estrecha entre la naturaleza y el ser humano, entre nuestras acciones y el deterioro ambiental, entre el calentamiento global y la pobreza energética. Pero si nos acercáramos más, veríamos una gran oportunidad en las comunidades energéticas locales y el acceso universal a una energía ambientalmente sostenible, socialmente inclusiva y económicamente factible.
Ciñéndonos a la definición utilizadas por el IDAE, la comunidades energéticas locales son entidades jurídicas cuyo objetivo principal es proporcionar beneficios ambientales, económicos o sociales a la comunidad en lugar de priorizar la obtención de beneficios. Teniendo este marco y conociendo la trayectoria histórica de estas entidades ciudadanas, tanto en España como en Europa, en un futuro cercano iremos viendo cada vez más iniciativas locales sostenibles que ayuden a lograr la independencia energética, reducir las emisiones de carbono y paliar la pobreza energética.
En función de los últimos publicados, en España puede haber una horquilla entre 3,5 y 8 millones de personas se encuentran en situación de pobreza energética en nuestro país. La pobreza energética afecta a la salud física y mental, a la nutrición, a las oportunidades laborales y educativas, a las oportunidades de relación, al desempeño académico y laboral. Por ello, su impacto no se refiere sólo al presente de quienes la sufren, sino también a su futuro.
Atendiendo a la opiniones más generalizadas en el gremio de la energía, la pobreza energética podría estar siendo generada principalmente, por la conjugación de cuatro factores que afectan especialmente a los colectivos más vulnerables y que son: tendencia creciente del coste de la factura eléctrica, el estancamiento de los ingresos de los hogares más vulnerables, la baja ineficiencia energética de las viviendas y el grado desconocimiento de las personas vulnerables en cuanto a consumidores de energía.
Por otro lado, y según muchos expertos, en la próxima década podríamos tener modelo energético continental caracterizado por; un sistema con un mix menos dependiente de los recursos no renovables; un generación más descentralizada e interconectada; una participación todos los actores interviniente más democrática; y un perfil de consumidor más activo o más “prosumidor”. Por lo que, el conocimiento y el empoderamiento deberá un vector clave en la transición energética y en la lucha contra la pobreza energética.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿las comunidades energéticas podrán ser las un vehículo para fortalecer el acceso a una energía barata y limpia? Probablemente esta pregunta sea muy difícil de contestar, pero si nos fijamos por un momento de cómo este vehículo podría contribuir a mitigar los factores que generan la pobreza energética, podríamos decir contestar afirmativamente a la pregunta.
Primero, en cuanto a la tendencia creciente de los costes de la energía. La proliferación de comunidades energéticas de forma masiva en España, podría contribuir a un desinflado de los costes de la factura de la luz. Esto podría ser explicado por una mayor oferta basada en energías renovables, con menores costes de producción. O, por otro lado, a un menor consumo de energía debido a la mejora de la eficiencia energética provocada por la acciones de las comunidades locales en el parque de viviendas en España.
Segundo, en cuanto a la tendencia del estancamiento de los ingresos de las familias más vulnerables. Las Comunidades energéticas podrían contribuir no sólo a disminuir el coste de la energía, sino también podrían ser generadora de ingresos a la familiar más vulnerables. Esto podría ser así desde una doble visión. Por ejemplo, las comunidades energéticas podrían contribuir a mejorar los medios de vida de muchas personas, debido a que podría mejorar su capitalización, por ser copropietarias de instalaciones eléctrica. O, por otro lado, mejorando su empleabilidad en el sector de la generación eléctrica, mantenimiento o en el sector de la rehabilitación de viviendas.
Tercero, en cuanto a la baja ineficiencia energética, las comunidades locales podrán contribuir de una forma más participada a la rehabilitación del 60% del parque necesitada de mejorar sus condiciones de habitabilidad. Este camino será apalancado, sin duda, a través de las políticas públicas a desplegar en los próximos años con fondos de la EU, los cuales estarán centradas en zonas desfavorecidas de nuestras metrópolis.
Por último, las comunidades energéticas locales sin lugar a duda, podrán contribuir al empoderamiento de las personas más vulnerables, a través de su mejora en el conocimiento del sector eléctrico con medidas de educación y formación que puedan desplegar los socios en sus comunidades locales. También porque estas entidades serán organizaciones de apoyo mutuo entre sus socios, mejorando su empoderamiento colectivo, así como, mejorando los mecanismo de información, transparencia y rendición de cuentas del todo el sistema en general.
Por tanto y volviendo al inicio, hay relación estrecha entre las acciones humanas y la naturaleza. En nuestra mano está poder generar las condiciones para la proliferación de las comunidades energéticas locales en este proceso de transición energética en el que estamos envueltos. El desarrollo futuro de las comunidades energéticas locales, serán un vehículo excelente para luchar contra la pobreza energética, contribuyendo así tanto al acceso universal de energía limpia y sostenible como al cuidado de nuestra nave espacial, Tierra.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día del Medio Ambiente