Un poquito de sinceridad
¿Puede decirse que la responsabilidad social empresarial es exitosa? Una respuesta afirmativa a esta pregunta significaría que las empresas españolas estarían contribuyendo de manera activa a resolver los principales problemas de nuestra sociedad. De este modo, España tendría bajos niveles de paro, no existiría población por debajo de los umbrales de la pobreza, las personas trabajarían en lugares en los que se desarrollarían profesionalmente y estarían altamente motivadas y estaríamos resolviendo retos medioambientales como el cambio climático o la limpieza de los mares y océanos. Obviamente, esta no es la realidad con la que nos enfrentamos.
Es verdad que las empresas no son las únicas responsables del estado de la sociedad y del impacto que los humanos causamos sobre el medio ambiente. Administraciones y ciudadanía también juegan un rol importante. Sin embargo, las empresas pueden ser el agente tractor que nos permita avanzar hacia un nuevo modelo económico adecuado para afrontar retos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas o los objetivos del Acuerdo de París de Cambio Climático.
Seguir desarrollando el mismo tipo de gestión que en el siglo XX, lo que los anglosajones llamarían “business as usual”, y contar lo “maravillosos que somos” en foros de responsabilidad social no sirve para estar a la altura de las circunstancias, no sirve para ser un agente de cambio positivo en nuestra sociedad. Debemos afrontar cambios profundos en la gestión de las empresas y adaptarlas al siglo XXI. A continuación, me planteo y respondo dos preguntas claves para que las empresas españolas caminen hacia un nuevo modelo de empresa.
¿Qué tipo de cambios deben desarrollar las empresas y cómo implementarlos?
Ante esta pregunta, las múltiples soluciones de las denominadas “nuevas economías” nos sirven como una práctica hoja de ruta. Si queremos que nuestra empresa sea respetuosa con el medio ambiente e incluso regenerativa, podemos aplicar la economía circular, aprender de la naturaleza mediante la denominada biomímesis y tratar al agua, el aire y la tierra como “bienes comunes” tal y como nos enseñó la Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, Elinor Ostrom. Si queremos mejorar nuestro impacto social, podemos aprender de modelos como la Economía del Bien Común, la Economía Social y Solidaria o las empresas B Corps. Si nos preocupa nuestro impacto sobre el sistema financiero, podemos trabajar con alguna de las entidades de la Alianza Global de Banca con Valores, dejar de invertir en energías extractivas y contaminantes y también aplicar finanzas sostenibles y colaborativas.
¿Puede mi empresa generar económico a la vez que aplica las nuevas economías?
Por supuesto que sí. Además de ser rentables e incluso incrementar los beneficios de su cuenta de resultados, aquellas empresas que aplican estos modelos ya están beneficiándose de otras ventajas tales como la atracción y retención del mejor talento, la mejora de su reputación corporativa, acceso a programas y ayudas europeas, la fácil penetración en mercados más exigentes en cuanto al comportamiento medioambiental y social de las empresas, mayor puntuación en la compra pública y, sobre todo, saber que están contribuyendo a la consecución de los grandes objetivos de nuestra sociedad.
Sí, España y las empresas españolas quieren liderar los cambios que el siglo XXI exige, si quieren afrontar retos como el futuro del trabajo, la cuarta revolución industrial y los retos que el cambio climático plantea, en ese caso, las nuevas economías son la herramienta adecuada. La sociedad necesita y demanda una economía al servicio de las personas y el planeta. Es hora de estar a la altura y demostrar nuestra capacidad de liderazgo.