Es un mantra que se repite en el sector de cuidados a domicilio, que hay que dignificarlo, lo que es totalmente injusto. En algún momento del camino se ha dejado de poner en valor el trabajo del cuidador, esa sensación de que cualquiera puede cuidar, que lo que parece ocultar es la necesidad de justificar un escenario laboral un tanto precario y salarialmente bajo.
El cuidado es digno per se, todos queremos que cuando nos toca que nos cuiden, nos cuiden bien, de hecho esa dicotomía entre la calidad exigida y la pagada es lo que más daño hace.
Dignificar no es la palabra, no, quizás la más exacta sea tecnificar. Hay que ajustar el tipo de cuidado al perfil del cuidador, que es lo que pasa cuando cualquier sector madura. No sólo en el sector sanitario, donde para tratar un brazo roto se busca al traumatólogo, no al otorrino, aunque ambos sean médicos; igual pasa con los abogados, no es igual un experto en derecho de empresa que uno en derecho familiar, y cualquiera entiende esta diferencia y conoce su diferencia de valor.
Esto es lo que necesita el sector, tecnificar al cuidador para mejorar el servicio prestado al usuario, y esto se consigue con la formación y la especialización. Presuponer que todos los cuidadores son iguales es admitir que todas las personas cuidadas también lo son y eso, además de falso, es un error conceptual grave.
La necesidad de ayuda es tan específica como lo plantee el usuario, y tampoco es lo mismo necesidad de ayuda que dependencia. Habrá quien necesite una ayuda puntual, o de baja intensidad vinculada al mantenimiento del hogar, alimentación o socialización, y habrá quien necesite cuidados de perfil sanitario, trabajar adherencia a tratamientos, no solo farmacológicos, sino cognitivos y/o físicos.
Es necesario escuchar al usuario, entender lo qué necesita, pero también capacitar al cuidador en las áreas que vaya a desarrollar, en todas, no sólo en las sanitarias, en todas aquellas que vayan a impactar en el cuidado prestado, ninguna es menos importante que otra.
Siempre se ha puesto el foco en la persona cuidada como centro de la relación de ayuda, pero la mejor forma de protegerla y atenderla como realmente quiere y necesita es cuidando al cuidador, ofreciéndole la formación y los recursos necesarios para realizar su trabajo de la mejor manera posible.
La tecnificación es absolutamente necesaria, el reconocimiento vendrá después, cuando se reconozca la profesionalización del cuidado, porque digno, repito, ya es. De hecho, pocos oficios hay más dignos que el de ayudar a quien lo necesita.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de las Personas Cuidadoras