El concepto de empresa ha ido evolucionando a lo largo de los siglos no sólo desde la propiedad, la gerencia de las actividades económicas, sino que ha cambiado el perfil, las capacidades; las necesidades y aspiraciones empresariales. En el entorno de ‘control’, el principio era que hacían falta más personas para producir más y lograr los mayores beneficios posibles. Hoy, sin embargo, las organizaciones tienen que gestionar la inclusión de las personas con el fin de crear un entorno de satisfacción que propicie la aportación de todos sus componentes. (…)
La empresa hoy reparte y comparte con sus personas la mayor parte de su volumen de negocio, siendo un imperativo empresarial, social y legal del siglo XXI.
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