La próxima Directiva Europea de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD) incluirá la obligatoriedad de medir la huella de carbono de los edificios, también conocida como indicador de potencial de calentamiento global. Esta medida, a priori menor dentro de todas las que recoge la nueva actualización de la EPBD, supone un paso de gigante en cómo abordar la descarbonización de la edificación en toda Europa.
Hasta ahora, las políticas de descarbonización de la edificación, impulsadas desde Europa, o desde las administraciones públicas de todos los niveles en España, estaban dirigidas a descarbonizar el uso de los edificios. En obra nueva, a través del endureciendo los requisitos de eficiencia energética y obligando a la implantación de energías renovables in situ, y en los edificios existentes, promoviendo su rehabilitación voluntaria, con políticas de ayudas e incentivos.
Pero el impacto de la edificación en materia de cambio climático va más allá de su fase de uso. La fabricación de productos de la construcción, su puesta en obra, el mantenimiento, la propia rehabilitación y el fin de vida de los edificios, suponen también un porcentaje alto de las emisiones del sector, hasta el 11% de las emisiones a nivel mundial. Este enfoque de ciclo de vida es fundamental para alcanzar una descarbonización total y supone, en gran medida, un cambio de modelo en nuestra forma de diseñar, construir, habitar, rehabilitar y demoler o, más bien, transformar nuestro entorno construido.
La Hoja de Ruta de la descarbonización de la edificación en España, generada por GBCe en el marco del proyecto Building Life, dibuja un escenario de descarbonización muy ambicioso pero necesario si queremos cumplir con los compromisos europeos e internacionales en materia de cambio climático. Su principal novedad con respecto a propuestas anteriores es precisamente que propone acometer la descarbonización teniendo en cuenta todo el ciclo de vida de los edificios. Esta nueva perspectiva favorece, además, la consecución de otros objetivos paralelos y no menos importantes como la consecución de una economía circular.
Esta Hoja de Ruta incorpora medidas clave destinadas a reducir las emisiones operativas, derivadas del uso de los edificios, como a las emisiones embebidas, las derivadas del resto de fases de ciclo de vida de los edificios. Para ambos campos de acción hay una máxima común: es urgente medir para poder limitar la huella de carbono global de los edificios.
Para reducir el carbono operativo, la medida fundamental sigue siendo la rehabilitación del parque existente, con objetivos que incluso superan los que actualmente establece la Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética en el sector de la edificación en España (ERESEE). Esta rehabilitación debe entenderse como rehabilitación integral, que acomete tanto la eficiencia energética como otras necesidades de un parque envejecido como la accesibilidad, la conservación, la salud de los ocupantes, etc. Además, se propone seguir incrementando las exigencias en materia de eficiencia energética de los edificios de nueva planta y acelerar la implementación de energías renovables de proximidad.
Con el objetivo de reducir el carbono embebido, se abren líneas de trabajo muy transformadoras para el sector, como la aceleración de la descarbonización de los materiales de construcción, especialmente de aquellos que tienen un mayor impacto en materia de emisiones, como es el caso del hormigón, el acero, el aluminio, etc., o la entrada en el mercado de materiales que tienen una baja huella de carbono, como son los materiales de base de biológica (madera, bambú o las fibras naturales) o el adobe, la piedra y otros materiales que además de ser de origen local, requieren una menor transformación para su uso en la construcción. La economía circular es también clave para permitir la reentrada en la cadena de suministro de materiales procedentes de los residuos. Por último, hay muchas medidas relacionadas con el propio diseño de los edificios que pueden conducir a una edificación baja o cero neta en carbono a corto y medio plazo.
Pero si hay una conclusión clave de esta Hoja de Ruta es que debemos actuar con urgencia, ya que el factor tiempo es fundamental. El presupuesto de carbono del que disponemos para cumplir con el acuerdo de París es acotado, muy acotado, y cuanto más tardemos en acometer las acciones de descarbonización, menos presupuesto de carbono tendremos disponible para llevar a cabo la propia transformación. Por eso es preferible apostar por aquellas soluciones que consigan una descarbonización rápida compatible con la descarbonización a largo plazo, incluso superando las propias previsiones del escenario #BuildingLife.
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