Los entornos marinos de todo el planeta están siendo testigos de una triste realidad: la basuraleza se ha convertido en una amenaza creciente para la flora y la fauna que los habitan. Hoy, en el marco del Día Mundial de los Océanos, debemos alzar la voz en defensa de los tesoros naturales que yacen en las profundidades acuáticas.
Alzar la voz para que toneladas de plásticos, residuos y desechos dejen de ser vertidos cada día en las aguas, desencadenando una serie de consecuencias nefastas para los espacios marinos. La fauna marina se ve atrapada en redes abandonadas y trampas mortales, mientras que las aves marinas confunden los plásticos con alimento, sufriendo enredos y asfixia. Este panorama desolador nos obliga a tomar medidas inmediatas.
Porque, como creemos en LIBERA, acabar con la basuraleza no es un objetivo imposible. Todos podemos asumir nuestra parte y, a nuestra escala, trabajar para concienciar, movilizar y dar solución a ese grave problema ambiental. Trabajar para, por ejemplo, acabar con las llamadas ghost fads o redes fantasmas, uno de los mayores peligros a los que se enfrentan las especies marinas. Estas redes de pesca abandonadas o perdidas en el mar continúan atrapando y matando a la fauna. Miles de especies, incluyendo tortugas, delfines y tiburones, se ven afectadas por esta forma silenciosa de contaminación. Es nuestro deber unirnos en la lucha contra las ghost fads, promoviendo la recuperación y eliminación responsable de estas redes y fomentando prácticas sostenibles en la pesca.
La posidonia, una planta acuática endémica del Mediterráneo, también enfrenta una amenaza latente debido a la contaminación por plásticos y otros residuos pesados como, por ejemplo, bloques de hormigón u otros elementos utilizados para el fondeo de embarcaciones de recreo como cadenas o anclas. Esta fanerógama marina desempeña un papel fundamental en los ecosistemas subacuáticos, proporcionando refugio y alimento a una gran variedad de especies. Sin embargo, su existencia se ve comprometida por la basuraleza que invade sus hábitats. Cada vez que un residuo llega al mar mediterráneo, se pone en peligro la supervivencia de esta valiosa planta y, por ende, de toda la cadena alimentaria.
Por ello, es hora de que cada uno de nosotros asuma la responsabilidad de proteger nuestros océanos. No podemos permanecer indiferentes mientras la basuraleza se adueña de los mares y amenaza la vida marina. Debemos movilizarnos y adoptar acciones concretas para frenar en todo el planeta esta devastadora realidad.
En primer lugar, es crucial fomentar la educación ambiental desde temprana edad, inculcando en las generaciones futuras la importancia de cuidar y respetar los océanos. Además, es necesario promover políticas públicas que fomenten la economía circular y hacer que en cada decisión que tomamos como individuos, administraciones y empresas esté presente el objetivo de reducción, reutilización, reciclaje y, por supuesto, el no abandono de residuos en la naturaleza.
Cada acción individual cuenta, y unidos podemos generar un impacto significativo en la protección de los océanos. Porque no podemos permitir que el 71% del planeta se convierta en un cementerio de vida marina. Es hora de que dejemos atrás la indiferencia y actuemos en pro de la conservación de los ecosistemas acuáticos. Cuidar de los océanos es proteger nuestro propio futuro, ya que dependemos de ellos para mantener los equilibrios naturales y garantizar nuestra supervivencia.
En este Día Mundial de los Océanos, levantemos nuestras voces y unámonos en un movimiento global para preservar la vida marina. Juntos, podemos marcar la diferencia y asegurar un futuro en unos mares que sean un refugio próspero y lleno de vida. La llamada de los océanos ya ha llegado, y es hora de responderla por todos y todas con acciones concretas y movilizadoras.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de los Océanos, en colaboración con ISDIN.