Falta aún perspectiva histórica para poder analizar el impacto de la Reforma Laboral aprobada por el Gobierno de España en febrero y, posteriormente, por el Parlamento nacional. Los datos estadísticos que reflejan la evolución del mercado laboral son insuficientes en este sentido; pero además, corresponden a un nuevo periodo de recesión de la economía, por lo que la comparación puede generar conclusiones claramente distorsionadas.
La evolución del empleo depende de muy diversos factores, pero fundamentalmente del mayor o menor dinamismo del sector empresarial que, a su vez, está condicionado por las circunstancias del mercado. Por otro lado, es preciso recordar que la Reforma Laboral era absolutamente necesaria —como se explicó en su momento— para superar la rigidez que atenazaba al mercado de trabajo en España desde hacía décadas. Y ya se dijo también que la aprobación de dicha reforma no supondría un cambio drástico inmediato en la tendencia del empleo, ni positivo ni negativo, sino que serviría para paliar la escalada de la destrucción de puestos de trabajo y garantizar, a medio y largo plazo, la sostenibilidad de los mismos.
Durante los ocho primeros meses de 2012, la economía nacional ha evolucionado en términos negativos, debido fundamentalmente al peor comportamiento de la demanda interna y, adicionalmente, a la desaceleración del mercado exterior. La consecuencia lógica de esta coyuntura no es otra que un nuevo repunte del desempleo, que podría haber sido más intenso si se tiene en cuenta la mayor destrucción de puestos de trabajo en el sector público, cuya evolución negativa se ha equiparado prácticamente en agosto al del sector privado en términos porcentuales. En todo caso, la valoración de CEPYME en relación con los efectos del nuevo marco laboral en España es positiva. Creo que la capacidad que tienen ahora las empresas para adaptarse a las circunstancias del mercado, sin acudir necesariamente al despido, ha evitado ciertamente un repunte más intenso del desempleo. De hecho, si se observa el impacto de la primera recesión (2009) sobre el empleo, en relación con la actual (2012), se advertirá que ha sido sensiblemente inferior, independientemente de que esta segunda recaída de la economía haya sido también menos intensa que la primera.
La tasa de paro (EPA) se elevó durante el segundo semestre de 2009 hasta el 17,9%, 7,5 puntos más que el primer semestre de 2008. Un incremento muy superior al registrado en junio de 2012, que ha sido 3,7 puntos más que en el primer semestre de 2011.Desde el punto de vista de la contratación, por ejemplo, durante los ocho primeros meses de 2009 se registró un retroceso del 20,2% con respecto al mismo periodo del año anterior, cuando hasta agosto de este año ha sido del 5%. Es verdad, como han apuntado algunos analistas, que el número de contratos indefinidos ha descendido este año un 10%, pero hay que recordar que este porcentaje se elevó por encima del -34% en 2009.
Por otro lado, aunque la contratación temporal ha experimentado también un retroceso del 4,5% en agosto pasado, en 2009 fue del -18,3%. Y además, a lo largo de 2012 ha aumentado en casi un punto el número de empleados a tiempo parcial, una modalidad con un importante potencial en España. Insisto en que en un periodo de recesión es prácticamente
inevitable el incremento del desempleo. Y más aún, si cabe, si esta coyuntura negativa coincide con el necesario aunque tardío ajuste que exige el sector público. No son, por lo tanto, las nuevas condiciones del mercado de trabajo las que explican el repunte del desempleo actual en España. Más bien lo contrario, porque hasta junio se habían registrado casi 31.000 nuevos contratos bonificados para emprendedores y, hasta agosto, 51.000 nuevas altas a la Seguridad Social.