¿Cuál es la principal cualidad de un voluntario? Algunos pueden decir que es la generosidad, otros la empatía, o la solidaridad. Y lo cierto es que un voluntario es el vértice que confluye entre esos tres sentimientos. Un voluntario es empático, es solidario, y es, en esencia, generoso. Ser voluntario es firmar un compromiso a largo plazo con la sociedad, un hilo invisible, pero, inquebrantable que nos une los unos con los otros. El día de hoy, nos ofrece una inmejorable oportunidad para hacer un alto en el camino, revisar las huellas de la senda recorrida y reconocer esa generosidad, esa entrega de todos los voluntarios que ponen su tiempo, sus ganas y su pasión en ayudar a los colectivos más vulnerables.
Según datos de Sigma Dos, en España hay actualmente alrededor de 3 millones de voluntarios y el perfil más habitual de las personas que dedican su tiempo a actividades de voluntariado es el de una mujer, de entre 34 y 45 años, con estudios superiores, menores a su cargo y con años de experiencia y participación en acciones sociales. Acciones de voluntariado, centradas en muchas ocasiones en los cuidados o el acompañamiento, vuelven, en este caso, a demostrar que las mujeres se encuentran en el centro de los cuidados, tan evidentemente necesarios, como eternamente invisibilizados.
El Día Internacional de los Voluntarios, que se lleva celebrando desde el año 1986, supone una oportunidad clave para reconocer y agradecer todas esas acciones solidarias, ese esfuerzo incalculable de cada voluntario y de las organizaciones, públicas o privadas, a las que pertenecen. Tal y como recuerda la ONU en la convocatoria de este día internacional, el voluntariado resulta un agente clave en el proceso de transformación social, ambiental y económica. Se tratan de una fuente inagotable de inspiración y de afán de superación. El voluntario se convierte en agente del cambio, allanando del camino y trazando una senda a seguir hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Esos voluntarios, que invierten su tiempo, esfuerzo y mejores intenciones en mejorar la vida de los demás, en paliar dolores o soledades. A veces, dejando en un rincón de sus almas el daño que pueda causarle la experiencia de conocer una realidad dura y dispar, en definitiva, de embarcarse en la vida.
El Día del Voluntariado parece una jornada propicia para echar la vista atrás, e incluso podríamos pensar que ha sido fechada precisamente en diciembre para tal menester. Hacer el balance de lo bueno y malo, de todo lo que los voluntarios han conseguido, pero también de todo lo que no se ha podido hacer, lo que ha quedado atrás. En el horizonte, una nueva ocasión para ser todavía mejores, el final de un año, pero el traspaso del umbral que nos dirige a otra oportunidad, el tiempo para ayudar al que más lo necesita. Porque siempre es el mejor momento para ser voluntario.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de los Voluntarios