Hoy conmemoramos el Día Mundial de la Justicia Social. Lo hacemos en circunstancias difíciles.
El impacto de la COVID-19, combinado con la tensión geopolítica, la crisis económica y los desastres naturales, ha hecho retroceder el progreso social.
Si observamos las tendencias actuales del mercado laboral, las perspectivas son sombrías. El crecimiento del empleo mundial será solo del 1 por ciento en 2023, menos de la mitad del nivel de 2022.
Más de 200 millones de trabajadores viven en pobreza extrema. Las empresas, especialmente las pequeñas y las microempresas, se han visto muy afectadas.
Lo que el mundo necesita ahora es una buena dosis de justicia social, que es clave para garantizar sociedades justas y pacíficas.
Con este fin, y para promover el trabajo decente, como el acceso al empleo, el derecho en el trabajo, la protección social y el diálogo social, la Organización Internacional del Trabajo tiene previsto lanzar, con socios en 2023, una coalición mundial por la justicia social.
Queremos crear un impulso global y fomentar la alianza para contribuir a la reducción y prevención de las desigualdades, y garantizar que la justicia social tenga prioridad en la formulación de políticas y actividades nacionales y mundiales, de cooperación para el desarrollo, en los intercambios financiero y en los acuerdos de inversión.
En resumen, queremos asegurarnos de que nadie se quede rezagado. En medio de la crisis, creo que hay razones para tener esperanza si nos unimos para lograr la justicia social.