Hablar de emprendimiento es hablar de algo intrínseco a todas las personas, porque todos nosotros, en mayor o menor medida, somos agentes del cambio y en este entorno convulso inmediato y veloz, es clave abordar ámbitos que invitan a la reflexión y al debate social con un hilo conductor como el emprendimiento social.
Por ello es tan determinante poner el foco en quienes personifican este emprendimiento vinculado al progreso social, porque ellos lideran un movimiento silencioso, que trasciende fronteras y se enfrenta a los retos sociales y medioambientales desde lo local, pero con una visión de impacto global.
En este sentido, interactuar con los protagonistas del cambio a través de los Premios Jóvenes Emprendedores Sociales supone una inyección de energía gracias a la pasión de los emprendedores y a su manera de abordar los desafíos. De hecho, durante las distintas actividades que completan el programa JES, he podido comprobar personalmente cómo todos ellos comparten su pasión por aplicar soluciones innovadoras a retos sociales, independientemente de cual sea ese reto. Tanto es así, que con el tiempo me he dado cuenta de que lo más relevante finalmente no son siquiera los proyectos, sino las personas, el talento emprendedor, el empoderamiento del individuo a través del que podemos trazar un camino que nos permita contribuir a crear sociedades más justas y sostenibles.
En este sentido, defiendo que, desde las instituciones educativas, pero no solo desde el ámbito universitario, se apoye el emprendimiento social en todas las etapas formativas. Hay que asumir sin tapujos que apostar por el emprendimiento de carácter social es apostar por un mundo con aires de futuro, con mayor sensibilidad para abordar las dificultades reales y con una dimensión mucho más humana.
A propósito de esta realidad, el programa JES ejemplifica estos valores y nos brinda cada edición la oportunidad de conocer proyectos que reflejan la diversidad y la innovación y que se orientan por ejemplo a cuestiones tan actuales como el emprendimiento rural, a las ciudades sostenibles o el envejecimiento activo. Bajo este planteamiento, JES ha sido y es la evidencia por un lado de las carencias que como sociedad debemos cubrir y por otro la confirmación de que el talento, el empuje, el compromiso y valor de los jóvenes serán claves para cubrir esas carencias.
Además, desde la Universidad Europea somos plenamente conscientes de que el hecho de premiar iniciativas de gran impacto lideradas por jóvenes constituye un motivo de inspiración para toda la comunidad universitaria y un revulsivo para que los estudiantes de nuestros campus se identifiquen con ese espíritu que busca un cambio de conciencia en plural.
Sin embargo, no podemos olvidar algo clave para nuestra Universidad: a través de esta iniciativa contribuimos también a la empleabilidad de estos jóvenes, potenciando el autoempleo y ofreciendo formación para que sus perfiles sean más atractivos para el mundo profesional, tanto por su dotación competencial como por su enfoque sostenible. Porque sí algo estamos comprobando hoy en día es que entre las empresas se está instalando una nueva mentalidad que aboga por la responsabilidad social y por una apuesta en firme por la sostenibilidad para ser competitivas en el futuro. Como ejemplo de este cambio de rumbo, existen varios movimientos empresariales que acreditan el compromiso social de las empresas, como B Corp, en el que compañías como Danone, Triodos Bank o la propia Universidad Europea, estamos ya evaluando nuestra contribución social.
Me refería antes a la importancia de ese movimiento silencioso de emprendedores sociales, a quienes desde JES nos enorgullece poder dar voz. Son ellos quienes determinan la hoja de ruta y nos muestran en qué se traducen competencias como el compromiso ético, el liderazgo o el trabajo colaborativo. Son ellos, en definitiva, quienes nos premian con su compromiso constante por un progreso que es de todos.