Que una organización integre en sus actividades y procesos los principios del Desarrollo Sostenible supone que ésta busca ser parte de la solución de algún problema mundial que, definitivamente la impacte o impactará en el mediano o largo plazo. Así de grande es el aporte de la sostenibilidad en una empresa.
Además del cambio climático que afecta a cada ser humano, organización y todo aquello que habite el planeta, existen una serie de pendientes sociales en el mundo. Uno de los más relevantes sigue siendo la equidad de género. Por ello, para las empresas, ser parte de la solución debería ser el único camino.
No olvidemos que somos mujeres quienes, desde el consumo y la educación, protagonizamos la gestión, conservación, explotación y aprovechamiento de los recursos naturales. Inclusive en circunstancias de limitación de acceso o control. Podemos por ello decir que el papel de la mujer en el Desarrollo Sostenible es clave.
El informe de ONU MUJERES “Transformar las promesas en acción: la igualdad de género en la Agenda 2030”, ilustra concretamente la importancia de la igualdad de género que se encuentra en cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y cómo afecta a las mujeres y niñas del mundo. Sobre todo, en poblaciones más pobres que concentran mayor porcentaje de mujeres y niñas que de hombres.
Cada año desde hace ocho, McKinsey realiza un estudio Women in the Workplace, que entrevista a mujeres de diversas identidades, mujeres racializadas, mujeres LGBTIQ+ y mujeres con algún tipo de discapacidad para obtener una mirada intersectorial a los sesgos y las barreras.
Esta investigación revela que las mujeres líderes están cambiando de trabajo como nunca antes, y a tasas más altas que los hombres en posiciones de liderazgo, inclusive. Lo que supone graves consecuencias para las empresas. Ello pues, según el mismo informe, durante años un menor número de mujeres ha ascendido de rango debido al “peldaño roto” en el primer paso a la gerencia, lo que constituye que estemos significativamente subrepresentadas en posiciones de liderazgo. Esta dinámica es aún más pronunciada para las mujeres “no blancas” o racializadas.
McKinsey detalla cómo en muchas empresas las mujeres enfrentamos vientos en contra. Tales como: microagresiones despectivas, como que se cuestione nuestro juicio o se nos confunda con alguien más junior. Así también concluye que para las mujeres líderes es cada vez más importante trabajar en empresas que prioricen la flexibilidad, el bienestar de los empleados y la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI).
El trabajo al interior de las organizaciones tiene que abarcar dos aspectos: el cambio cultural y las políticas o normas de convivencia que eviten microagresiones sexistas, por ejemplo. En Entel, existe un Comité de Diversidad, Equidad e Inclusión desde donde se promueve la concientización hacia toda la organización desde capacitaciones, campañas o tácticos de comunicaciones a lo largo del año. Así también existen canales de denuncias y sanciones ejemplares ante conductas de microviolencia o acoso.
Sin embargo, por el lado de la representatividad en los cargos directivos, todavía tenemos camino por recorrer. El ser una empresa de servicios que depende de la tecnología, rubro tradicionalmente masculino, es uno de esos vientos en contra, que esperamos paulatinamente ponerlo a favor, buscando ser parte de ese cambio que anhelamos ver en el mundo, desde nuestro espacio.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables “El rol de la mujer en el desarrollo sostenible: Retos y oportunidades”