Cuando en febrero de hace siete años Envera inauguró el primer “Envera Punto de Inclusión” de España en el centro comercial Islazul (Madrid), se estremeció la mirada de los responsables de tiendas de primeras marcas del retail y el ocio que alberga, así como la de sus cientos de clientes, ante el avance de una tropa desigual de personas con discapacidad intelectual, hombres y mujeres adultos, que caminaban juntos por sus pasillos relucientes con determinación y soltura.
Era una mañana de miércoles y con ellos echaba a andar un proyecto de responsabilidad social pionero en Europa basado en el reciclaje solidario, la economía circular y la inserción sociolaboral de la mano de Nuveen Real Estate, propietario del centro, y de sus gestores, Cushman & Wakefield.
Hoy sonreímos al pensar en la expresión, entre la curiosidad y la sorpresa, de todos aquellos que nos salían al paso y que debieron pensar “cuerpo a tierra, que nos invaden los marcianos”. Ahora, cuando ya nadie nota nuestra presencia porque simplemente somos otros más en el flujo continuo de público y profesionales, lo contamos como una simpática anécdota.
Y la reflexión es cuánto hemos avanzado desde entonces y todo lo que nos queda aún por recorrer hacia una inclusión real en nuestras ciudades, de donde son muestra y ejemplo los centros comerciales, la plaza pública del siglo XXI, que reúne a decenas de miles de ciudadanos en torno a la compra y el ocio, o la oferta cada vez más amplia de consultas, despachos de abogados, inmobiliarias… y un sinfín de servicios que quieren estar donde está la gente.
Y como ellos, Envera, una organización sin ánimo de lucro que atiende cada año a cerca de 5.000 personas con discapacidad y a sus familias en toda España, a los que acompaña en el viaje de sus vidas, y especialmente en su capital Madrid, que a finales de 2022 contaba con 215.262 vecinos con discapacidad, 57.000 de ellos psíquica, según la base estadística municipal.
Desde que el mundo busca dar respuesta a los problemas globales con soluciones locales, las ciudades, donde se concentra la población, pero también el conocimiento y la riqueza, son, sin duda, el principal observatorio para el estudio de las desigualdades y la falta de sostenibilidad de un modelo de convivencia que tantas veces vemos tambalearse.
Frente a todo ello, no podemos sentarnos a esperar que alguien de fuera venga a solucionarnos los problemas, y nos dé una respuesta a los grandes desafíos a los que nos enfrentamos.
Por eso hay que actuar y no limitarnos a rubricar, como acaba de certificar la ONU en su último informe el estado de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, que, a medio camino para que se acabe al plazo que nos hemos dado para “progresar adecuadamente” hacia su observancia, la mitad del mundo se está quedando atrás, “los avances para más del 50 % de las metas de los ODS son endebles e insuficientes, y el 30 % están estancados o han retrocedido”. No hay ninguna duda para el secretario general de la ONU de que “si no actuamos ahora, la Agenda 2030 podría convertirse en el epitafio del mundo que podría haber sido”.
Y en esa acción está Envera: creamos una red de apoyos con otras ONG, convirtiéndonos en donantes de ayuda a otros (con un impacto para 25.0000 personas sin discapacidad), pese a ser finalistas con el mandato y compromiso de asistencia y creación de empleo para miles de personas con discapacidad, básicamente intelectual.
Un propósito más allá de nuestros exigentes fines que llevamos a cabo gracias a la colaboración de empresas como las ya citadas, o Carmila-Carrefour, en cuyos centros abrimos el segundo y el tercer Envera Punto de Inclusión (Carrefour Ciudad de la Imagen, en Pozuelo, y Carrefour Prat, en Barcelona), y donde el apoyo de la compañía aérea Iberia, nuestra empresa madre, ha sido vital para poder lograrlo.
En estos centros comerciales, como en Islazul, ya somos invisibles porque estamos incluidos e integrados, y además somos dinamizadores del negocio y, por tanto, colaboradores estimados que llevan a cabo su función sobre la máxima del “todos ganan”. Pero muy especialmente allí triunfa la sostenibilidad debida de las ciudades, donde los que son diferentes no pueden y no deben ser considerados o tratados como ciudadanos de segunda, amparados por la ley, la justicia social y la igualdad de oportunidades real.
Somos conscientes en Envera de que nuestra acción es un grano de arena, pero animamos a los promotores de pequeñas acciones a no caer en el desaliento: hemos comprobado que cunde el ejemplo. Y, sobre todo, sabed que estos pasos son catalizadores de la empatía, que es la mejor medicina frente a la insolidaridad y el despropósito, la mejor herramienta para seguir trabajando hacia el cumplimiento de los ODS.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de las Ciudades, en colaboración con Holcim España.