Tras la luz verde del Paquete Ómnibus hace menos de dos meses, el 26 de febrero, la Unión Europea sigue avanzando hacia la aprobación de las medidas que contempla este paquete en relación con la CSRD, CSDDD, taxonomía y CBAM.
Estas medidas suponen un frenada de los avances regulatorios que hemos ido viendo desde 2018 con la aprobación del Plan de Finanzas Sostenibles de la UE, el Pacto Verde en 2019 o la publicación del Paquete de Financiación sostenible en 2021; este movimiento político y regulatorio marca una nueva etapa en la regulación de la sostenibilidad y más concretamente en el reporte ESG.
Y, ahora ¿Sigue mereciendo la pena los esfuerzos empresariales ESG?
Si bien Ómnibus puede reducir las cargas administrativas, no baja el listón de lo que esperan los trabajadores, inversores, clientes o sociedad. Nos adentramos en una etapa que permite que los esfuerzos de las empresas que quedan fuera del alcance de la regulación pueden enfocarse en generar impacto, en plantear objetivos y fortalecer compromisos realistas, invertir y mejorar en I+D y, sobre todo, dedicar esfuerzos a consolidar una robusta estrategia de sostenibilidad vinculada a su negocio.
En esta nueva etapa “desregulatoria” no debemos dejar de lado los aprendizajes que la CSRD nos ha brindado en los últimos meses, incluso años. Y es que la CSRD plantea la sostenibilidad más allá del mero reporte y del compliance; plantea la incorporación e implementación de un sistema de gestión de la sostenibilidad en el núcleo y de manera transversal a todas las operaciones del negocio; buscando elevar la importancia de la información ESG al mismo nivel que la información financiera.
Doble materialidad como herramienta estratégica
Por ello, a pesar de su dilatación en el tiempo y en alcance no debemos olvidar los valiosos aprendizajes que nos deja la CSRD: el análisis de doble materialidad (DM). Sin duda, la doble materialidad ha llegado para quedarse. Se ha posicionado como una herramienta estratégica esencial y clave en la gestión empresarial que permite evaluar y gestionar de manera integral sus impactos, riesgos y oportunidades desde el punto de vista de impacto y financiero.
Al mismo tiempo, el análisis de DM permite reflexionar y establecer las líneas estratégicas, gestionar los riesgos y oportunidades financieras asociados a temas ESG y planes de acción concretos. Esto es clave para aterrizar los objetivos y compromisos de sostenibilidad en acciones específicas y medibles, asegurando que las iniciativas se traduzcan en resultados tangibles y efectivos. Además, la DM plantea la consulta a los stakeholders, que implica involucrar a las partes interesadas asegurando que las valoraciones en materia ESG refleje las expectativas y preocupaciones de todos los grupos de interés, desde empleados y clientes hasta inversores y comunidades locales.
Las empresas han invertido tiempo y recursos en procesos de adaptación a la complejidad de la CSRD. Ahora es necesario establecer una visión estratégica sobre la sostenibilidad, cohesionarla con la estrategia y con el negocio, y a partir de ahí, establecer y determinar métricas para medir el progreso. Es crucial ser convincentes y creíbles con lo que comunican y trasladan.
Simplificando el reporte voluntario: los VSME
Junto con la flexibilización de los requisitos, el ómnibus también apuntó a un nuevo camino: el VSME. Aunque el VSME había estado desde principios de 2024, su lanzamiento en diciembre de 2024 y su inclusión en el Paquete Ómnibus lo posicionaron como el marco de referencia para las empresas que ya no están bajo el CSRD.
VSME ofrece una alternativa simplificada y estructurada a los informes ESG para empresas con menos de 1.000 empleados. Ayudando así a las empresas a centrarse en temas materiales, reducir la complejidad y alinearse con los objetivos más amplios de la UE, sin la pesada carga de la alineación total de la CSRD.
¿Qué esperar en los próximos años?
Nos encontramos en un punto en el cual, aquellas empresas que se distingan serán aquellas que vean la sostenibilidad, el reporte y su comunicación como un ejercicio estratégico en lugar de una carga regulatoria.
Además, un sólido desempeño ESG también está vinculado a los beneficios financieros y operativos. Un estudio de 2024 publicado en ScienceDirect analiza y explica cómo las empresas con sólidas prácticas ESG tienden a lograr una mayor rentabilidad en los mercados y una mejor gestión de riesgos.
La gestión del reporte ESG debe ser visto como una acción estratégica para gestionar el riesgo, generar oportunidades y generar valor a largo plazo.
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