En nuestro afán por vivir en la comodidad, nos pasamos la vida estudiando y trabajando por alcanzar objetivos que, según nuestro erróneo convencimiento, nos harán superar nuestros problemas. Nuestra economía también va en ese sentido, operando sobre la premisa de que el progreso tecnológico nos permitirá alcanzar una prosperidad ilimitada. Y en gran medida, es verdad: la tecnología permite al ser humano trabajar con menos riesgo y esfuerzo, para que la labor sea más agradable, visible y recompensada.
Sin embargo, la tecnología es un instrumento, y si la mano que la mueve no es bien intencionada, se puede convertir en algo peligroso para el hombre y para el planeta. Un ejemplo de ello es la guerra, otra vez de actualidad en Ucrania. Cuando el tiempo de actuar contra el cambio climático se nos acaba. Cuando no hay tiempo que perder para unir fuerzas e ingenio en defensa de nuestro hábitat. Decididamente, no aprendemos a valorar lo esencial y lo pagaremos muy caro.
En este número de Corresponsables, me gustaría destacar el esfuerzo que hacemos desde las empresas, aprovechando el altavoz que nos facilitan los medios de comunicación, para hablar de urgencia climática, que va unida a la urgencia social. Por este medio, hablamos sobre nuestras acciones en favor de la compasión, de la ecuanimidad, de la acción social, dando ejemplo a quienes quieran verlo.
En Esker se trabaja sobre tres líneas de actuación: Ética y Gobernanza, que es la forma de actuar con clientes, empleados y proveedores; Social, a través de la puesta en valor del capital humano gracias a sus soluciones tecnológicas para el personal administrativo; y Medioambiente, limitando el impacto CO2 en oficinas, transportes y política de consumo de los empleados, además de iniciativas de concienciación con ONGs locales como Grefa o Seo Birdlife. Cada iniciativa cuenta, estamos orgullosos de nuestra labor en España y determinados a seguir en esta línea.
Pero más allá del ejemplo de las iniciativas corporativas, hay una fuerza mayor, más rotunda, más eficaz, que surge de la fuerza femenina. De la propia Pachamama hecha Mujer, hecha Madre, que rige por encima de todo y nos recuerda que lo que realmente importa es el amor a nuestro planeta, el respeto a los seres vivos, a la Naturaleza de la que no podemos desconectarnos sin ponernos en peligro de muerte. Por encima de la confusión debida a nuestra desconexión con la naturaleza, en la era de la hiper conexión a mi gusto tóxica, surgen las voces de mujeres que nunca debemos olvidar.
La labor de miles de mujeres, la mayoría de ellas no conocidas, reciben mi total y absoluta admiración. Denuncian las injusticias, la guerra, la explotación sin piedad de nuestra Tierra, la crueldad en todas sus formas: machista, racista, sexista, infanticida… Denuncian los abusos de las grandes corporaciones, sus inventos criminales contra la biodiversidad de cultivos, y un sinfín de luchas a las que, con una sola voz, las mujeres nos debemos unir.
Como el espacio sólo me deja nombrar a algunas, les rendiré homenaje desde lo más profundo de mi respeto y admiración. Entre las más conocidas figura Vandana Shiva, premio Nóbel, física, escritora ecofeminista, luchadora por la soberanía alimentaria, confrontada a grandes corporaciones que mal actúan contra las poblaciones locales y contra el medioambiente. Otro ejemplo de valor, sabiduría y dulzura es Jane Goodall. Etóloga inglesa, mensajera de la Paz de la ONU, Jane dedica cada día de su vida a concienciar al mundo de los derechos inherentes de cada criatura viviente. Su lucha consiste en difundir la información necesaria a las nuevas generaciones para que no pierdan la esperanza y las ganas de luchar contra el cambio climático.
No quiero que se olvide Rigoberta Menchu, activista indígena guatemalteca, miembro del grupo maya quiché, que obtuvo el premio Nobel en reconocimiento por su trabajo por la justicia social y la reconciliación etno-cultural basada en el respeto de los derechos de los pueblos autóctonos. Rigoberta sigue luchando por la paz cada día en conexión con la Tierra.
Entre otras conocidas y que no quiero dejar de nombrar figura nuestra joven líder de Friday for Future, Greta Thunberg, cuya personalidad arrasadora ha hecho acallar las voces de políticos cuyas acciones no llevan a ninguna parte sino al lucro inmediato en detrimento de las generaciones futuras. Y otras tantas que con pena no puedo listar aquí.
Pero no sólo hay premios Nóbel, flashes y portadas de revistas. Muchas mujeres luchan en el día a día, en la sombra y desde el límite de sus posibilidades.
En el actual conflicto de Ucrania, el papel de la mujer es cada vez más notable. Las fuerzas militares ucranianas contaban en 2021 con 246.445 mujeres, tanto en servicios de salud como en el terreno. Una portavoz destaca: Olya Benda, amputada durante un bombardeo, sigue desde un retiro civil testificando sobre el papel enorme de la mujer en la defensa de la paz y contra la invasión por la fuerza de la potencia rusa.
Más cerca de nosotros, recientemente me estoy encontrando con mujeres de mucha calidad humana y cuya satisfacción radica en influenciar en sus propios círculos, allí donde llegue la magia de su bondad. Por ejemplo, la neuropsicóloga Fátima Tamayo Ayarza, desde sus tierras palentinas, combina su trabajo con cursos de transformación personal desde una finca que, poco a poco, con mucho amor y con la ayuda de gente que comparte su visión generosa y amable con el planeta, está convirtiendo en un vergel, combinando arte musical, corporal y artesanal en armonía con los ritmos cósmicos.
Y así, tengo en mente otras mujeres maravillosas que últimamente he tenido la suerte de conocer, a las que admiro por su coraje, porque no temen luchar por sus creencias, porque conocen el valor de esta maravillosa Tierra que nos lo da todo. Las mujeres tienen una especial sensibilidad por la protección del hábitat y de preservar la paz. Pero nos va nuestra vida en que deje de ser una cuestión de género.
“In nature’s economy the currency is not money, it is life” – Vandana Shiva.
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Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Mujer 2022.