Una prueba de ello es el aumento del 135% de las reclamaciones y denuncias de los ciudadanos ante el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno por falta de información sobre las instituciones y su actividad. En menos de un año, de enero a octubre, pasaron de 517 a 1.217.
En CANVAS Estrategias Sostenibles no dudamos que el incremento de la transparencia y la ética serán los pilares de la gestión responsable de los negocios en 2017. Estamos convencidos de que estos conceptos impulsarán nuevos caminos, más allá de la simple teoría. Pero, ¿hasta qué punto están las empresas preparadas para que esos dos aspectos se conviertan en el pilar fundamental de su funcionamiento?
En primer lugar, para hablar de ética y transparencia debemos ser conscientes de la relación que existe entre ambos. El término ética, dentro de la administración pública o en el terreno empresarial, hace referencia al conjunto de valores y principios utilizados para ofrecer un servicio de calidad a la comunidad: buen comportamiento, control de los abusos de poder, eliminación de prácticas corruptas… Por otro lado, la transparencia es uno de esos valores que todo servicio y producto debe ofrecer como muestra de responsabilidad y compromiso.
Llegado a este punto, podemos hablar de la necesidad de los ciudadanos de estar cada día más informados y de la obligación de las instituciones y compañías de ofrecer respuestas a sus preguntas. Y es que la creciente demanda de claridad, coherencia y compromiso hacia las organizaciones públicas también se extiende al terreno empresarial.
Hoy en día, existe una grave crisis de valores que se refleja en todos los ámbitos sociales, los ciudadanos muestran cada día menos tolerancia ante los comportamientos poco éticos por parte de las compañías. Vivimos una época que Andrea Bonime-Blanc define en su Manual de Riesgo Reputacional como la era de la hipertransparencia. Por ese motivo, más que nunca la transparencia se ha vuelto necesaria para el buen ejercicio de las empresas y es fundamental para conseguir la confianza de la sociedad y los diferentes grupos de interés. Es necesario recuperar valores éticos para superar los problemas cotidianos a los que se enfrenta el tejido empresarial. La pregunta ahora es ¿cómo?
Para empezar, no debemos olvidar que no sólo los dueños de una empresa son actores activos de la misma, sino que también lo son sus trabajadores, sus clientes, proveedores y la sociedad en general; ya que las actividades de una empresa impactan económica, ambiental y socialmente en su entorno. Por ese motivo, creemos que es fundamental la integración de los grupos de interés, su conocimiento y su engagement, para una mirada proactiva de escucha e integración de sus necesidades.
Es así como los stakeholders se convierten en eje fundamental para conseguirlo. A través del diálogo con todos los actores que impactan o son impactados por una empresa, la organización saldrá beneficiada, fortalecida y con un aprendizaje gracias al intercambio de diferentes puntos de vista y experiencias. La compañía podrá llevar a cabo políticas y estrategias que le ayuden a convertirse en una organización cada vez más responsable. Hablar de stakeholder engagement es hablar de relaciones necesarias para el desarrollo de la propia actividad empresarial.
Aunque aún queda un largo camino por recorrer, es el momento de profundizar el cambio que vive el tejido empresarial. Con un mercado cada vez más exigente, el eje de las organizaciones y empresas debe ser basarse en comportamientos éticos y en políticas transparentes que aporten valores diferenciadores y mejoren la relación actual de las compañías con sus empleados, sus clientes y la sociedad en general.
¡Manos a la obra!