A menudo, una fragancia nos transporta de nuevo al pasado. Evoca una situación que nos hizo sentir con fuerza y esa emoción quedó capturada por nuestro cerebro para siempre. Al igual que con la música, los olores son activos fundamentales en las terapias cognitivas en todo tipo de demencias por su potencial para remover recuerdos que pueden parecer a priori dañados e irrecuperables.
En Eurofragance llevamos 30 años diseñando fragancias para crear experiencias y sensaciones que aporten bienestar a las personas y nos hemos sentido firmemente Corresponsables con el propósito de la Fundación Pasqual Maragall desde sus inicios. Desde el Consejo de Mecenazgo de la Fundación hemos sido testigos con asombro durante estos años de cada uno de los avances en la investigación para conseguir detectar la enfermedad en fases tempranas y los hitos científicos conseguidos el 2021 significarán un punto de inflexión importantísimo hacia un futuro sin Alzheimer.
Todos somos y nos sentimos Corresponsables en esta batalla porque los que la sufren nos hacen sufrir; porque, como dijo la valiente Carme Elías, somos testigos de la agonía de nuestros seres queridos; porque, tras el diagnóstico, solo está el abismo, la nada.
La pandemia se llevó a muchos de nuestros mayores. Los que sufrían demencias de algún tipo fueron todavía más vulnerables al aislamiento, la soledad, la falta de cariño. Ana, la madre de mi amigo Dani, con la que, ya enferma de Alzheimer, bailaba cada Nochebuena, fue una de ellas. Ausente de palabra, pero con aquellos ojos de un niño sorprendido cuando ve algo por primera vez, bailaba alegre, con una sonrisa inocente en su rostro.
Antonia, la madre de mi querida Yolanda, tenía muchos hijos que se turnaban en sus cuidados. Su madre bonita, como la llamaba, sufría cuando veía uno de sus hijos como un extraño y no se dejaba cambiar el pañal de ninguna forma. A ella sólo la había tocado un hombre, su marido. Se fue con el cariño de todos sus hijos.
Mi amigo Rubén y su padre hicieron su primera excursión juntos en bicicleta a Coll de Pal. Después de un ingreso bastante largo por una caída, empezó a tener pérdidas de memoria que fueron degenerando en un cuadro de demencia. Rubén pudo despedirse y le hizo una promesa. Hace poco volvió a subir el Coll de Pal en honor a su padre.
En el Día Mundial del Alzheimer he querido tener un recuerdo para ellos y reafirmar nuestra convicción en que esta batalla va a ganarse. Debemos mirar de frente esta realidad silenciosa y hacernos oír para que nuestros gobiernos la consideren una prioridad social de primer orden. Porque, como titula su libro Rafel Nadal, que poco queda de nosotros “Cuando se borran las palabras”.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Alzheimer. Apoya la investigación, junto a la Fundación Pasqual Maragall