Cada vez somos más las empresas del Tercer Sector interesadas en saber no sólo cuántas personas se benefician de nuestras actividades, sino cómo estas actividades influyen o no en las vidas de nuestros beneficiarios. Intuir cómo una acción concreta va a ayudar a mejorar la calidad de vida de una persona, o incluso cambiarla por completo, es relativamente fácil. Lo complicado empieza cuando intentamos medirlo.
Hace unos años, en nuestra organización nos planteamos la necesidad de conocer el impacto de lo que hacemos. De todos los proyectos que desarrollamos elegimos medir el proyecto de “Psicología de Duelo”. Éste cuenta con diferentes iniciativas que tienen que ver con el tratamiento clínico, la formación y difusión del conocimiento del duelo. Gracias a la medición, hemos podido constatar cómo nuestras acciones mejoran la calidad de vida de las personas. Y no de manera intuitiva, sino con datos fehacientes que avalan la consecución de logros e impactos que han permitido a los beneficiarios rehacer determinados aspectos de su vida y que han sido determinantes para la mejora de su salud mental.
La tarea de medición de impacto nos ha permitido adentrarnos en un ámbito totalmente desconocido para nosotros. Ha sido un trabajo de análisis interno exhaustivo, que nos ha exigido evaluar muchas variables y ser muy rigurosos con los procesos. Algunas actividades nos resultaron relativamente sencillas de medir, pero también hemos encontrado muchas limitaciones a la hora de realizar la medición de otras iniciativas que, pese a su evidente alcance, presentaban barreras infranqueables cuando intentábamos cuantificar el impacto que tenían en sus beneficiarios.
¿Medir o ayudar?
Un ejemplo de ello son nuestros contenidos digitales. Desde la web de FMLC ofrecemos recursos y publicaciones on-line sobre el proceso de duelo que, cada año, se descargan y leen cientos de miles de personas. Sin embargo, debido a la limitada información que recibimos a través de nuestras herramientas digitales, al final nos hemos visto obligados a elegir entre universalizar el acceso a estos recursos o medir su impacto, ya que esto último implicaría obligar a los usuarios de nuestra web a proporcionar determinados datos para poder acceder a esos contenidos.
Somos conscientes de que poner trabas para acceder a un recurso on-line puede mermar el número de personas que acceden a él. El hecho de vincular la descarga gratuita de una guía de duelo con, por ejemplo, responder a un cuestionario obligatorio, a menudo desemboca en la pérdida de muchos usuarios que tienden a evitar estos formularios, ya sea por pereza, desconfianza o falta de tiempo. Además, cuando el objetivo de la iniciativa es precisamente la difusión de conocimiento, esa limitación no tiene mucho sentido.
Por eso, nuestra prioridad siempre ha sido facilitar este acceso, a expensas de sacrificar la oportunidad de tener un conocimiento más exhaustivo de cómo ayudan o cuánta utilidad tienen, por ejemplo, nuestros manuales o los artículos de nuestro blog, para las personas que deciden leerlos. Esta información nos sería muy útil a la hora de mejorar nuestros servicios, pero, aunque llegamos a muchas personas que, a priori, están sensibilizadas con nuestros contenidos -ya que deciden suscribirse o descargar alguna de nuestras publicaciones- no podemos conocer el grado o tipo de impacto que han provocado en nuestra audiencia.
Nuevas estrategias de medición
Por todo ello, el reto al que nos enfrentamos actualmente es estudiar la manera de medir el impacto de estas acciones sin que el número de beneficiarios se vea mermado. Se hace necesario emprender una de las tareas, en mi opinión, más complicadas a la hora de medir. Me refiero a reflexionar, analizar y, finalmente, definir criterios e indicadores, para determinar cuál puede ser la mejor manera de cuantificarlo.
Para muchas organizaciones pequeñas en las que siempre se prioriza al gasto en actividades frente a la gestión, llevar a cabo esta hazaña no será tarea fácil. Para alcanzar este objetivo, conviene que las entidades no lucrativas trabajemos juntas y compartamos nuestros conocimientos.
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