Hasta la decisión de comprar una tableta de chocolate u otra, algo que puede resultar insignificante para nosotros, para los productores de cacao en los países en vías de desarrollo no lo es. Con cada compra que realizamos estamos apostando por cómo queremos que sea el mundo en el que vivimos y si queremos formar parte del cambio y darles un salario justo a los pequeños productores de los países del Sur.
Pequeños cambios en nuestra forma de consumo supone un gran cambio para la realidad de los pequeños productores de países como Ecuador, Kenia o India. Comprando una tableta de chocolate de Comercio Justo, significa que tanto el azúcar como el cacao del que está compuesto se ha producido en buenas condiciones de trabajo, se ha pagado un precio justo por ello, fomentando el trabajo de la mujer y prohibiendo el trabajo infantil promoviendo la educación escolar.
El Comercio Justo es una alternativa al consumo al habitual, es un comercio solidario y responsable tanto con las personas como con el medio ambiente. Ha nacido por la necesidad de los consumidores de comprar productos que no exploten a las personas. El objetivo de este tipo de comercio es apoyar a las personas que en el comercio internacional juegan con desventaja, en concreto a los pequeños productores y trabajadores en países en vías de desarrollo, es decir: reducir la pobreza en el Sur global a través de un consumo más responsable. Poco a poco podemos encontrar en nuestra tienda habitual este tipo de productos y los podemos diferenciar gracias a certificaciones independientes como Fairtrade.
Fairtrade es el sello internacionalmente más reconocido que aparece impreso en el embalaje de productos de Comercio Justo y garantiza que ese producto en concreto cumple con los criterios del Comercio Justo. De esta manera, los consumidores pueden decidir si estos criterios y el desarrollo de los productores y trabajadores en el Sur son conceptos que merecen su confianza y apoyo. Y por ahora la han merecido, de hecho el sistema Fairtrade lleva más de 25 años funcionando y no ha hecho más que crecer, actualmente se venden más de 30.000 productos con el sello Fairtrade en más de 125 países. Las certificaciones independientes son la mejor manera de certificar productos tanto de Comercio Justo como ecológicos y esto lo creen el 72% de los consumidores.
Los criterios de Comercio Justo los debe cumplir tanto las cooperativas de pequeños productores como toda empresa que desee obtener el sello Fairtrade y estos son: ofrecer condiciones de trabajo dignas, pagar un precio justo a los productores, igualdad de género, funcionamiento democrático de las organizaciones productoras, facilitar las relaciones comerciales a largo plazo que fomente los contratos estables, respetar el medio ambiente con técnicas de cultivo no agresivas, prohibición del trabajo infantil, productos de calidad y obtener la Prima Fairtrade para invertir en proyectos que mejoren el desarrollo social, económico y medioambiental. Actualmente el 63% de los consumidores consideran que los estándares Fairtrade son “estrictos” o “muy estrictos”.
El principal criterio es el pago de un precio mínimo que cubre los costes de una producción sostenible y que funciona como una red de seguridad que les protege a los pequeños productores y trabajadores en épocas en los que los precios de mercado caen por debajo de los costes de producción.
La Prima es una fuente de financiación adicional que proporciona Fairtrade a las organizaciones de productores y estas deciden a través del voto democrático en qué proyectos invertir. Sobre todo se utiliza para proyectos de formación, sanidad y para la transición del cultivo convencional al ecológico, así como la mejora de las técnicas de cultivo, rendimiento y calidad.
Según una investigación realizada por Globescan a 500 consumidores españoles de este año 2015, ha aumentado el consumo de estos productos desde el 2013 aunque sigue estando por debajo de la compra de productos orgánicos y locales. Por lo que no cabe extrañar que el conocimiento e interés de los consumidores españoles sobre etiquetas éticas ha aumentado. La certificación Fairtrade se suele asociar con los beneficios de los productores y con un precio justo. En comparación con el 2011 (60%), las personas que han visto una etiqueta ética en el 2015 ha aumentado considerablemente (84%) y el 72% de los consumidores españoles confían en el sello Fairtrade.
El Comercio Justo es pagar a los productores lo justo, lo que se merecen por lo que se puede considerar una de las mejores formar de terminar con la pobreza y las diferencias entre los países del norte y del sur. Si queremos que el mundo cambie, tenemos que empezar por nosotros y qué mejor manera que consumiendo productos que hacen un bien a quien los produce, al planeta y a nosotros mismos.