Es cierto, que el planeta nos está lanzando señales de degradación y de pérdida de biodiversidad. A modo de ejemplo, el deterioro de los ecosistemas a causa de la deforestación significa que cada año el planeta pierde capital natural por valor de entre 1,9 y 4,5 billones de dólares. En este sentido, España, al igual que otras muchas economías desarrolladas, está en déficit ecológico. Esto quiere decir que los españoles consumimos más recursos naturales que los que somos capaces de regenerar (cada habitante consume 5.42 hectáreas, de las cuales 3,81 son irrecuperables).
No obstante, esta limitación de recursos a escala global estimulará la ‘carrera verde’, donde las empresas líderes, que hayan sabido ver y anticiparse a la escasez, haciendo un uso eficiente de los recursos y con un comportamiento bajo en carbono, se posicionarán como las primeras del mercado. Sin embargo, si no hacen una gestión adecuada, este asunto supondrá indudablemente un área de riesgo cada vez mayor para las empresas.
Según Mc Kinsley, un 59% de los altos ejecutivos de empresas afirma reconocer este tema desde el ámbito de la oportunidad y no del riesgo. Para ayudar a las empresas en esta labor, Fundación Entorno ha traído a España, gracias al apoyo de Fundación Biodiversidad, la nueva ‘Guía para la Valoración Corporativa de los Ecosistemas’, una publicación de referencia a nivel internacional, desarrollada por los mejores técnicos y expertos y avalada por importantes empresas.
Liderada por el WBCSD, con el apoyo de PwC, UICN, WRI, ERM, así como con 14 grandes compañías que han pilotado esta nueva metodología, la Guía y su publicación complementaria les permite cuantificar el valor de los servicios que les proporcionan los ecosistemas, su grado de dependencia hacia ellos y el impacto que generan sobre ellos.
Además, les permite hacer operativo el informe TEEB (The Economics of Ecosistems and Biodiversity), el informe clave en esta materia encargado por el G8 y presentado en la COP 10 de de diversidad biológica en Nagoya el pasado año. TEEB hace un llamamiento urgente al mundo empresarial para que apoyen un enfoque sostenible en el uso de los recursos y la gestión de la biodiversidad como parte integrada en la gestión del negocio.
En definitiva, en el futuro próximo el valor de los activos naturales tendrá –como el resto de activos- su precio y estará internalizado en la economía, formará parte de los flujos económicos del mercado – al igual que en su día se hizo con el carbono– .