La contaminación plástica en los mares y océanos es un problema cada vez más grave y alarmante. A pesar de la constante difusión de noticias al respecto, parece que los mensajes de concienciación no logran generar un compromiso sólido por parte de la sociedad. Como consecuencia, la situación continúa empeorando y los ecosistemas acuáticos sufren terribles consecuencias. Es imprescindible encontrar soluciones efectivas y promover un cambio real en nuestros hábitos de consumo para preservar la salud de los océanos. Todos debemos asumir la responsabilidad de protegerlos, incluso cuando nadie pueda reclamar su propiedad directa.
Contaminación plástica de los mares, los microplásticos invaden los océanos, los plásticos asfixian los ecosistemas marinos, etc… ¿Cuántas veces hemos escuchado este tipo de noticias? Y, sin embargo, la realidad parece ser la misma.
Estamos tan acostumbrados a este tipo de sucesos que hemos conseguido que nos pasen desapercibidos, a pesar de que eso no implica que el problema haya desaparecido o tenga menos riesgo. De hecho, todo lo contrario, esta crisis marina aumenta cada día más. Sólo en el Mediterráneo sabemos que se arrojan entre 600,000 y 1.3 millones de toneladas de plástico lo que deriva en que el 94% de las muestras de agua que se recogen contengan microplásticos.
Nadie da una solución firme y efectiva a este problema, principalmente porque nadie se ha parado a reflexionar e implementar las medidas necesarias para frenar esta invasión. No existe una fórmula mágica aplicable a esta invasión de plásticos en nuestros mares y océanos que nos asegure que se va a erradicar el problema. No obstante, hay ciertos actores de la sociedad que están tomando medidas, creando proyectos o iniciativas que ayudan a proteger los océanos, y sobre todo, que contribuyen a que la sociedad reciba el urgente mensaje que nos está mandado el océano para ayudarle desde otra perspectiva, una que le haga verse como una fuerza de colaboración activa y directa y no como un mero espectador.
Uno de estos actores es Gravity Wave, que involucra a diferentes agentes de la sociedad en el propósito de limpiar el plástico del océano y propone la economía circular como solución a este problema. Recoger y limpiar el plástico del océano es loable, pero no es suficiente ni tiene sentido si no le damos una segunda vida a ese plástico, evitando que vuelva al mar. Esta es una gran falla que los humanos no han podido ver a tiempo: la importante falta de eficiencia en la gestión de residuos, que se ha disparado dramáticamente y ha resultado en la creación de lo que se conoce como “islas de plástico” o, por otro lado, vertederos submarinos.
No hace falta irse muy lejos para encontrar alguno de estos vertederos. En Europa, concretamente, en Grecia las islas Cícladas griegas, donde seguramente nos imaginamos un paisaje con islas paradisíacas y aguas cristalinas, existe uno de estos vertederos subacuáticos, descubierto recientemente por Gravity Wave y Enaleia, y que está destruyendo la vida marina que habita en ellas.
Curioso que no supiéramos de su existencia, ¿cierto? Esto se debe a que, como sociedad, no se ha generado un gran interés por el estado real o la situación que sufren cada día, no sólo los mares y océanos y lo seres que lo habitan, sino nosotros también de forma indirecta, ya que por ejemplo, muchos de los alimentos que consumimos provienen de este ecosistema tan deteriorado.
Entonces, ¿dónde se encuentra la solución? Un factor muy importante para llegar a ella es la unión y colaboración de diferentes agentes. Gracias colaboraciones como la que se ha creado entre Enaleia, una escuela de pesca sostenible y Gravity Wave, en esas islas griegas ha permitido que hoy, en el Día Mundial de los Océanos, se esté liderando la mayor limpieza de plástico en un vertedero subacuático ilegal, creando un hito histórico contra la contaminación en el mundo, e inspirando a otros proyectos y a la comunidad global a dar un paso al frente y cambiar el rumbo de las cosas.
Obtener unos mares libres de plástico es una misión de todos y cuantos más seamos los que estamos concienciados de ello, antes podremos encontrar una solución efectiva que nos ayude a lograr nuestro objetivo, porque la sostenibilidad del mar, de la tierra o de cualquier ecosistema es responsabilidad de cada uno de nosotros, en mayor o menor medida dependiendo de nuestras capacidades.
Proteger y preservar los océanos es algo mucho más grande que un propósito individual, debe ser un movimiento del que todas las personas se sientan parte y quieran contribuir, siendo realmente conscientes de la situación y de lo que eso conlleva.
El océano es propiedad de nadie pero utilizado por todos, por eso su bienestar debería ser una responsabilidad compartida por todos, ya que sin su preservación, nadie podrá disfrutar de sus beneficios en el futuro.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de los Océanos, en colaboración con ISDIN.