Desde hace tiempo, el mundo es cada vez más consciente de la limitada capacidad que tiene nuestro planeta para generar recursos, y de la necesidad de cambiar nuestra forma de producir y de consumir. Si queremos garantizar la sostenibilidad de un modelo productivo, que fue concebido con una óptica cortoplacista y basado en la convicción de que los recursos eran infinitos, es necesario redefinirlo.
Es urgente rediseñar los patrones de producción y abandonar los sistemas lineales para pasar a modelos de economía circular donde los residuos generados durante la fabricación o durante el consumo, son reintroducidos de nuevo en el ciclo como materias primas del mismo proceso o de otro diferente.
Pensar en economía circular en la industria extractiva de alimentación puede a priori parecer complicado, ya que la linealidad los define, pero existen múltiples industrias paralelas donde los residuos pueden convertirse en subproductos con alto valor añadido.
En el caso de la producción de atún hace años que se trabaja en el aprovechamiento de los residuos orgánicos generados durante las fases de producción, que sirven de base a otras industrias. En este sentido, Grupo Calvo cuenta con instalaciones propias de generación de subproductos en dos de los tres complejos fabriles que tiene.
En las fábricas ubicadas en La Unión (El Salvador) y en Itajaí (Brasil), los residuos generados durante la producción del atún o de la sardina, como espinas, aletas o colas de pescado, son procesados en plantas propias de bioproductos para generar harinas y aceite que son utilizados como materia prima por la industria de alimentación animal. En el caso de la fábrica de España se trabaja directamente con un gestor externo que se encarga de la recogida y reaprovechamiento de todos los residuos orgánicos generados en la planta. Las posibilidades de reaprovechamiento de estos residuos son enormes, y ya se barajan colaboraciones con la industria cosmética.
Por otra parte, el envasado del atún en conserva se realiza con materiales que tienen una altísima tasa de reciclabilidad, por encima del 90% (aluminio, acero y cartón). Además, aunque apenas se utilizan materiales plásticos, Grupo Calvo tiene el compromiso adquirido de que al menos el 85% de los materiales que ponga en el mercado sean reciclables. Fruto de ese compromiso recientemente ha eliminado en España las tapas y los cubiertos de las ensaladas, y en Brasil las tapas de los patés, todos ellos fabricados con plástico.
Así que cuando estemos delante de los lineales de atún en conserva, debemos tener claro que no solo estamos ante un producto nutritivo y saludable, que no tiene conservantes ni colorantes, sin apenas procesado; sino que detrás de su producción hay una industria que reaprovecha los residuos generados como materia prima para otras industrias y cuyos envases son 100% reciclables.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente, promovido por Ayuda en Acción dentro de su proyecto #1Planet4All, financiado por la Unión Europea.