El 14 de febrero se celebra el Día Mundial de la Energía. Es una buena ocasión para hablar de las dificultades que afrontan millones de personas que viven en contextos de crisis humanitarias y de emergencias, desplazadas y obligadas a huir por seguridad, para quienes acceder a suministro energético es algo tan necesario como acceder a agua potable o tener refugio seguro.
La realidad de la respuesta humanitaria es que la energía está cada vez más presente en nuestro día a día y en las intervenciones que se realizan. Habitualmente, y debido a la urgencia de los despliegues humanitarios, el uso de energía que organizaciones del sector hacían en este tipo de situaciones se basaba mayoritariamente en combustibles fósiles, a través de generadores diésel, que tienen un impacto perjudicial sobre el medio ambiente.
Ahora, las soluciones basadas en tecnologías renovables pueden ofrecer una alternativa sostenible y segura para garantizar el suministro energético. Lo que faltan son herramientas que ayuden a tomar decisiones informadas en el momento de proveer de energía a las operaciones humanitarias en el terreno. En este contexto, las fundaciones Acción contra el Hambre y acciona.org desarrollan en alianza, y con cofinanciación de la Unión Europea, el proyecto Descarbonizar la respuesta humanitaria en situaciones de emergencia.
El primer paso está claro: recabar datos básicos sobre las necesidades de energía de las comunidades vulnerables y de las organizaciones que actúan en contextos de crisis humanitarias. Y, sobre todo, obtenerla sobre el terreno, a través del diálogo directo con las comunidades locales, para asegurar que la ayuda responde a necesidades reales y no a presunciones o ideas preconcebidas. Viajamos hasta la primera zona visitada para obtener esta información: Filipinas.
Amanece en la isla de Poneas, en la municipalidad del Carmen, en Surigao del Norte (Filipinas). El equipo del proyecto conoce de primera mano cuáles son las necesidades de energía más acuciantes para las comunidades residentes en esta remota isla y en otros lugares similares de la provincia cuando se produce una emergencia. Los habitantes de Poneas muestran el pozo que les provee de agua y preguntan si sería posible equiparlo con alguna forma de energía que no dependa de la red eléctrica, muy inestable en la isla, para poder sacar el agua fácilmente. Las personas residentes en este tipo de zonas aisladas y de difícil acceso son más vulnerables a las catástrofes naturales y a la consiguiente interrupción del servicio eléctrico, dado que la ayuda internacional puede tardar días o semanas en llegar.
Cerca de allí, en la isla de Siargao, fuertemente afectada por el tifón Odette en diciembre de 2021, las autoridades locales han reforzado sus capacidades de anticipación desde entonces, para poder dar una mejor respuesta a las poblaciones afectadas por los tifones, recurrentes en estas latitudes. Allí, en el centro de monitoreo y alerta precoz para su detección temprana, la conversación gira en torno a la importancia de ser capaces de proporcionar una respuesta en pocas horas y al papel crucial del suministro de energía en este tipo de despliegues.
Dos días después, el equipo se desplaza a Ganasi, un municipio de North Upi en la provincia de Maguindanao (Filipinas). Allí visitan un centro de evacuación en el que viven cerca de 300 personas desplazadas por la situación de conflicto que se vive en la zona, y comprueban de primera mano la precariedad de las instalaciones eléctricas. Los más pudientes han podido comprarse una pequeña placa solar para alumbrar el interior de las instalaciones que ocupan; la gran mayoría ni eso. Una de las residentes detalla cómo, al caer la noche, acudir al baño o atender a su hijo recién nacido sin iluminación, se puede convertir en una odisea.
Estas situaciones forman parte de la cotidianidad de millones de personas en el mundo, que deben desplazarse debido a emergencias climáticas o situaciones de conflicto.
Para mejorar la sostenibilidad de las intervenciones y ayudar a los actores del sector humanitario a atenderles, integrando soluciones renovables en sus respuestas de emergencia y post-emergencia, Acción contra el Hambre y acciona.org hemos unido nuestros conocimientos y experiencia para desarrollar una herramienta (una aplicación web) de acceso libre y gratuito que, en primer lugar, va a permitir a los actores humanitarios medir las necesidades energéticas de sus operaciones y, a continuación, va a proporcionarles orientación sobre cómo responder a esas necesidades energéticas a través de energías renovables. La herramienta ofrecerá además una comparativa sólida con respecto a los sistemas basados en energías fósiles al proporcionar datos comparables sobre huella de carbono, coste de la intervención y retorno de inversión, lo que les ayudará a la hora de poner en perspectiva una solución más económica y sostenible en el medio y largo plazo.
El acceso a la energía sostenible generara beneficios rápidos en situaciones humanitarias, mejorando la seguridad y la productividad. La energía renovable puede alimentar los centros de salud y garantizar la refrigeración de medicamentos vitales. El alumbrado público puede aumentar la seguridad nocturna, especialmente para las mujeres y las niñas. Un combustible alternativo a la leña puede reducir la exposición de las mujeres a la violencia sexual en sus actividades cotidianas, y dejarles más tiempo libre para otras actividades. Las lámparas solares les permiten trabajar, cocinar, estudiar, socializar y continuar con sus vidas después de que se haya puesto el sol.
Nuestro objetivo es ambicioso, pero estamos convencidos de la utilidad de nuestro esfuerzo. Las mejoras operativas en el campo de la energía tienen un gran potencial y contribuyen a reducir el daño medioambiental y sobre los recursos naturales. Pero, sobre todo, generan un importante impacto en las comunidades a las que benefician al mejorar sus condiciones de vida y permitirles impulsar su desarrollo humano.