La crisis habitacional, lejos de ser solo un desafío para la ciudadanía y las administraciones, se ha convertido en un problema central para las empresas que buscan contratar y retener a personas trabajadoras.
La falta de viviendas asequibles y disponibles en muchas zonas, tanto urbanas como rurales, está limitando la capacidad de muchas organizaciones para atraer personal cualificado, y esto ha impulsado a algunas a considerar alternativas, como ofrecer vivienda a las personas que trabajan en sus instalaciones. Sin embargo, estas iniciativas, aunque positivas, actualmente son insuficientes ante la escala del problema y no logran paliar el profundo desequilibrio que existe en el mercado laboral actual.
Imaginemos, por ejemplo, que una empresa decide abrir una nueva planta de producción en una comarca rural y requiere la contratación de 200 personas. Los pueblos cercanos, seguramente tengan una escasa oferta inmobiliaria para albergar a este brusco crecimiento de su población, lo que además provocaría un intenso aumento en los precios de las pocas viviendas disponibles.
Esto no solo generaría un impacto negativo y un desequilibrio económico para la población local, que vería cómo se tensiona súbitamente el mercado inmobiliario, sino que también ocasionaría la falta de alojamiento para quienes trabajarían en dicha planta y optarían por declinar la oferta de trabajo al no poder encontrar una vivienda accesible y próxima.
Este mismo problema es evidente en el entorno urbano, donde la escasa disponibilidad de viviendas asequibles disuade, en muchos casos, de aceptar empleos en grandes ciudades. Un reciente estudio elaborado por CBI, refleja que el 66% de las empresas con base en Londres encuentran que los altos precios de la vivienda dificultan la contratación de personal, especialmente en posiciones de inicio profesional.
Dato que refleja la dificultad que encuentran personas con rendas medias y bajas para habitar las ciudades en las que se halla el mercado laboral al que pueden acceder, resultando así, en ciudades gentrificadas con condiciones que se encuentran lejos de la inclusión social y la cohesión comunitaria. En el mismo estudio, algunas grandes empresas, como Deloitte y KPMG, han respondido negociando acuerdos de vivienda para sus empleados en Londres, incluyendo opciones como apartamentos sin depósitos iniciales o con descuentos. Sin embargo, estos esfuerzos individuales, aunque significativos, no logran frenar el impacto de la falta de viviendas asequibles en dichas ciudades.
Las medidas de colaboración entre empresas y administraciones locales ofrecen una alternativa más sólida y sostenible. En Gipuzkoa, el municipio de Beasain ha puesto en marcha un proyecto para desarrollar una residencia destinada a profesionales del sector industrial, un proyecto que se ha diseñado con una gestión público-privada para asegurar su sostenibilidad a largo plazo.
Aunque estos esfuerzos son un paso en la dirección correcta, su efectividad depende de una expansión y adopción más amplia de estrategias de colaboración entre empresas y comunidades para construir viviendas adecuadas, tanto en términos de volumen como de accesibilidad.
Además de las cuestiones de retención laboral, el alojamiento cercano al trabajo se convierte en un motor para la movilidad sostenible. Las personas que no disponen de viviendas próximas a sus empleos dependen de vehículos privados, lo cual no solo incrementa sus gastos y tiempo de desplazamiento, sino que contribuye a la congestión del tráfico y a la huella de carbono de las comunidades locales.
Este modelo de cooperación empresarial que proponemos, no solo contribuye a aliviar la crisis habitacional, sino que también fomenta una movilidad más sostenible, esto reduce la dependencia de los vehículos privados, minimizando la presión sobre la infraestructura vial y las emisiones de carbono, al tiempo que mejora la calidad de vida de los empleados y fortalece las comunidades locales.
No todas las empresas, sin embargo, cuentan con los recursos o la estructura para emprender solas proyectos de vivienda. Desde Omplim, creemos que la colaboración es una alternativa poderosa para enfrentar el desafío de la vivienda asequible. La unión de empresas dentro de un mismo sector, conglomerados de industria o parques empresariales, puede ser la clave para desarrollar viviendas asequibles y sostenibles que beneficien tanto a los trabajadores como a las propias empresas.
Estas iniciativas deben avanzar más allá de soluciones individuales. Con una potente gestión de desarrollo inmobiliario, se podrían impulsar proyectos conjuntos que satisfagan la demanda de vivienda accesible y sostenible, obteniendo así un beneficio mutuo para las empresas y las comunidades. Estos proyectos no solo contribuirían a una economía más inclusiva, sino que también encaminarían tanto a grandes ciudades como localidades más pequeñas hacia una movilidad más limpia y un desarrollo más equitativo.
Mientras los desafíos de la crisis habitacional afectan directamente la contratación y retención laboral, resulta crucial implementar enfoques más colaborativos y sostenibles que, además de responder a las necesidades de los trabajadores, preserven el equilibrio y la prosperidad de las comunidades en las que se instalan. Es hora de que, entre empresas, conglomerados, instituciones, consideremos nuestro papel en el desarrollo de soluciones que aborden esta crisis de forma estructural, con proyectos habitacionales pensados para un impacto positivo a largo plazo.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de las Ciudades 2024, en colaboración con Holcim.