Es bien sabido que el emprendimiento es un motor para el crecimiento económico y para la generación de empleo pero, como en muchas otras áreas profesionales, la desigualdad aquí también es palpable. Según el Observatorio del Emprendimiento GEM, en España, la representación femenina en el emprendimiento en España es del 20%, superando la media europea, situada en el 17%.
Las mujeres que deciden crear y dirigir una empresa propia se enfrentan a retos que sus pares masculinos no siempre encuentran o, al menos, no en la misma magnitud. La persistencia de estereotipos de género, la escasa presencia femenina en sectores económicos en crecimiento o las barreras de acceso a la financiación son algunos de ellos. Emprender es romper de nuevo otra barrera, la de la creencia de que no podemos. Si podemos, y no sólo eso, sino que las características de cautela, cuidado, y precaución, asociadas al género femenino, son esenciales a la hora de crear un proyecto con el objetivo de que perdure en el tiempo.
Como demuestran diferentes estudios, la financiación sigue siendo uno de los principales obstáculos para las mujeres emprendedoras, especialmente en las primeras fases del emprendimiento. Así lo refleja el “Deelrom Spain Report 2024”, que señala que únicamente el 12% de la inversión total en España va destinado a startups lideradas por mujeres; por su parte, el informe “El emprendimiento digital femenino en España: situación y prospección” calcula que el 60% de las emprendedoras digitales tienen dificultades para acceder a la financiación temprana y que solo un 22% han recibido el apoyo de business angels.
¿Por qué estas cifras tan llamativas? Bajo mi experiencia, factores como los sesgos inconscientes, una mayor percepción del riesgo o la falta de redes de contacto en el ecosistema inversor, en el que, además, la mayor parte de los fondos de capital están gestionados por hombres, son algunos de los principales elementos influyentes.
Desde luego, la conciliación entre la vida personal y profesional es otro desafío importante. Las mujeres continúan asumiendo una mayor carga de trabajo en cuanto a tareas domésticas y de cuidado, lo que puede afectar a su disponibilidad a la hora de desarrollar un proyecto empresarial y, también, a la intensidad que esto requiere, especialmente en las primeras etapas de una empresa, cuando la dedicación es clave para su crecimiento y posterior consolidación.
Y, por supuesto, también hay que tener en cuenta la falta de referentes. El conocimiento y la visibilidad de mujeres emprendedoras es esencial para inspirar a nuevas generaciones y acabar con la percepción de que la creación de empresas es una iniciativa principalmente masculina. La falta de modelos cercanos en los que verse reflejadas lleva a que las jóvenes no consideren, e incluso obvien, el emprendimiento como una opción viable para su futuro profesional.
Considero que para fomentar el emprendimiento femenino es clave potenciar la visibilidad de mujeres empresarias y emprendedoras. Necesitamos ver más historias de éxito contadas en primera persona, conocer más casos de mujeres que han conseguido levantar proyectos innovadores y sostenibles, así como visibilizar más liderazgos femeninos en sectores tradicionalmente dominados por hombres, como la tecnología o la industria.
Medios de comunicación, instituciones públicas, empresas y la ciudadanía en general debemos comprometernos a dar espacio y voz a las mujeres emprendedoras. No se trata únicamente de que destaquemos figuras excepcionales, sino de mostrar una diversidad de perfiles que reflejen la pluralidad del talento femenino en el ámbito empresarial. Es importante que las mujeres emprendedoras no solo sean reconocidas en momentos puntuales como hacemos hoy por el Día Internacional de la Mujer, sino que su presencia en espacios de toma de decisión, en foros socioeconómicos y en programas de apoyo empresarial sea constante y equitativa en cualquier momento del año.
En mi opinión, visibilizar, apoyar e impulsar el liderazgo femenino en el mundo empresarial es una tarea compartida en la que debemos implicarnos tanto el ámbito público como el privado, en el que cada actor tenemos un papel clave en la construcción de una realidad más equitativa. Y es que, cuando una mujer emprende y triunfa, además de hacerlo por y para sí misma, abre el camino para muchas más.
En el Día Internacional celebremos los avances logrados. Pero, sobre todo, invito a implicarnos activamente desde el lugar que cada profesional ocupamos para seguir trabajando día a día en los retos pendientes. El emprendimiento femenino es una palanca de cambio que debemos potenciar, porque en una sociedad más igualitaria, todo el mundo gana.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Mujer.