La inteligencia artificial (IA) es una tecnología que ha adquirido un papel cada vez más relevante en nuestra sociedad. Desde la automatización de procesos en la industria hasta la personalización de servicios en línea, la IA ha demostrado su capacidad para mejorar la eficiencia, la calidad y la experiencia del usuario en múltiples áreas. Esta tecnología está transformando muchos aspectos, no solo de la sociedad y los negocios, sino de la vida en general de las personas y de las propias organizaciones.
Mientras que muchas entidades la ven como una oportunidad de crecimiento, otras corrientes se muestran en contra de una tecnología de este calibre, especialmente sin una regulación establecida que controle aspectos clave como su uso ético. Al igual que sucede con todos los avances tecnológicos, los resultados de estos dependen de cómo y para qué se utilicen.
¿Cuarta revolución industrial?
En palabras de Lucía Íñigo, Representante Nacional del Comité de Programa de Nanotecnologías, Materiales y Procesos de Horizonte2020 de la UE: “La cuarta revolución industrial es una oportunidad para que los sectores productivos hagan uso de la información que generan para optimizar sus procesos, incluyendo tanto la logística como la eficiencia energética y de otros recursos como las materias primas o el agua”.
El concepto de Industria 4.0 se refiere a una nueva manera de producir mediante la adopción de soluciones tecnológicas enfocadas en la interconectividad, la automatización y los datos en tiempo real. Su origen se remonta a la Feria de Hannover de 2011, lugar donde acontece uno de los encuentros industriales más relevantes del planeta.
Parece existir un consenso sobre la etapa de la evolución o más bien, revolución, en la que se encuentra la sociedad, siendo uno de los principales pilares la inteligencia artificial.
Beneficios de la inteligencia artificial
Sin duda, uno de los problemas más graves que resuelve la consumación de esta tecnología es en la mejora de la eficiencia energética. Según un informe de Accenture, la IA puede ayudar a reducir las emisiones de CO2 en hasta un 16% para 2030. BMW, por ejemplificar esta característica, está utilizando la IA para optimizar la eficiencia energética en sus fábricas, habiendo podido reducir las emisiones de CO2 un 6%.
La inteligencia artificial también puede ser utilizada para crear nuevos productos y servicios sostenibles. Esto resulta especialmente importante para las empresas que basan su modelo de negocio en la innovación y pretenden diferenciarse en el mercado cada vez más competitivo y consciente de la sostenibilidad. Por ejemplo, la empresa danesa de energía Ørsted está utilizando la IA para optimizar el diseño y la operación de sus parques eólicos marinos.
Otro ámbito donde se espera que la IA tenga un impacto importante es en la movilidad. La IA ya está contribuyendo a optimizar el uso del transporte y a reducir la congestión del tráfico. Asimismo, ya se está trabajando desde la IA en conceptos como la inclusión y la equidad en la sociedad a través de proyectos que mejoren la accesibilidad de las personas con discapacidad o reduciendo la brecha digital y de género.
La IA posibilita que las máquinas aprendan de la experiencia. Esto quiere decir que están en constante aprendizaje (machine learning) y, por tanto, el género o la procedencia de los aspirantes no son importantes. En el caso de un software de contratación de personas con inteligencia artificial, este puede favorecer la igualdad de acceso.
Reducción de desigualdades, producción y consumo responsables, ciudades y comunidades sostenibles, son solo algunos de los ODS a los que la IA ya está impulsadon. Sin embargo, ¿por qué genera tanta desconfianza?
El miedo a la IA
Uno de los principales riesgos de la IA es que los sistemas puedan perpetuar o incluso aumentar los sesgos y la discriminación existentes en la sociedad. Si los datos utilizados para entrenar los sistemas de IA están sesgados, los resultados también lo serán. Por ejemplo, un algoritmo utilizado en la selección de candidatos para un trabajo puede basarse en datos históricos y perpetuar la discriminación en función de la edad, género o raza.
Otro aspecto negativo atribuido a la IA es su impacto ambiental y su huella de carbono, ya que requiere una gran cantidad de energía para funcionar y, a menudo, se utiliza en centros de datos que consumen enormes cantidades de energía. Según Greenpeace, el consumo de energía de los centros de datos se duplicará en los próximos años. A esto debemos sumarle el coste económico que se requiere para su óptimo funcionamiento.
Pero si hay un tema relacionado con la IA que preocupa especialmente es su impacto en el empleo, sobre todo en aquellos sectores que dependen de trabajos más manuales o rutinarios. En este sentido, según el informe publicado por Infojobs denominado Estado del mercado laboral en España, el 76% de población activa no cree que la automatización y nuevas tecnologías vayan a poner en peligro su puesto de trabajo. No obstante, el resultado cambia si el encuestado está en el paro. El 40% de los desempleados que contestaron la encuesta cree que su futuro laboral está en riesgo a causa de la automatización, mientras que en el caso de los ocupados se reduce al 20%.
En clave ética
A pesar de todo el debate generado en torno a la IA,to no debemos olvidar que es el ser humano el máximo y único responsable del comportamiento de una IA, así como de las consecuencias derivadas del uso de esta. En esta línea, Martha Elizalde, docente de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México y miembro del Comité de Responsabilidad Social Universitaria, segura que “como modelo de lenguaje, la inteligencia artificial no tiene personalidad o conciencia, por lo que carece de la capacidad de tener una ética o moralidad”.
Por su parte, Idoia Salazar, Cofundadora, Presidenta, y Codirectora del Área de Ética y Responsabilidad del observatorio de impacto social y ético de la IA, OdiseIA, afirma que “la ética en la inteligencia artificial tiene algo fundamental, que es entender que la ética sigue siendo la de los seres humanos. Tener cuidado con el uso de los algoritmos de la IA es nuestra responsabilidad”.
El factor ético es algo en lo que todos los expertos coinciden, esto es que se establezcan regulaciones y estándares éticos para el uso de la inteligencia artificial en la sociedad y los negocios. Además, también constatan la importancia de fomentar la educación y la capacitación en IA para que más personas puedan entender y utilizar esta tecnología de manera responsable y efectiva.
La Inteligencia Artificial Responsable (IAR) es posible
La IA tiene el potencial de ser una herramienta poderosa para abordar los principales desafíos en términos de sostenibilidad y RSE. Depende del ser humano que este instrumento sea recordado como algo que transformó el mundo positivamente.
En este sentido, para algunos expertos en la materia muchas de las ideas centrales detrás de la IAR, como la prevención de sesgos, la transparencia y la equidad, ya están alineadas con los principios fundamentales de la Responsabilidad Social Corporativa, por lo que ya debería parecer natural que una organización vincule su IA a la estrategia ASG de las compañías. Es innegable que existe una estrecha conexión entre la IAR y los esfuerzos para promover la sostenibilidad social y ambiental”.
En definitiva, la IA puede tener un impacto transformador en la sostenibilidad y la RSE en el futuro, pero es importante abordar los desafíos y los retos que se presentan para garantizar que esta tecnología se utilice de manera responsable y justa.
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