La RSC siempre ha existido. Y siempre han existido empresas responsables y empresas irresponsables. En los orígenes de la Revolución Industrial, Cataluña se distinguió por ser el motor del tejido industrial en España, acogiendo sectores pioneros como la automoción, la siderurgia y el textil que a principios del siglo pasado desarrollaron sofisticados sistemas de organización y de producción empresarial. Y la mayoría de esas empresas desarrollaban su actividad de forma responsable, aún sin saber que al cabo de cien años aquella responsabilidad con los empleados, con la sociedad y con sus accionistas (ahora llamados stakeholders o grupos de interés), iba a acuñar un nuevo concepto, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
A día de hoy nos encontramos con un tejido empresarial catalán constituido en su mayor parte por pequeñas y medianas empresas. Estas empresas se esfuerzan por poner en marcha iniciativas de RSC con sus empleados, con el entorno social y medioambiental donde operan, con sus accionistas, etc. Se esfuerzan por poner en marcha medidas de eficiencia energética, reduciendo costes e impacto ambiental. Se esfuerzan por poner en marcha iniciativas que reduzcan su huella de carbono, luchando contra una problemática global. Se esfuerzan por poner en marcha programas de atracción y retención de talento, contando con los mejores equipos profesionales. Se esfuerzan por contribuir a la mejora social y medioambiental de la comunidad, creando puestos de trabajo y protegiendo el capital natural.
La RSC es y ha sido siempre transversal en Cataluña y su tejido empresarial. Forma parte de una forma de ser de un empresariado que siempre ha pensado que hacer las cosas correctamente es una garantía para la creación de valor a largo plazo y para todos los actores que forman parte del tejido en el que se insertan. Hace de núcleo sobre el cual pivota la misión, visión y valores de la organización. Y lo hace sobre una serie de aspectos clave para el desarrollo de una empresa catalana que aspira a tener una proyección global:
La RSC es Economía y Finanzas. Gestionar bien la RSC es dinero. Desde los departamentos financieros de las empresas se está viendo que una gestión proactiva de los aspectos ESG (Environment, Social and Governance), no solo minimiza los riesgos, sino que ayuda a identificar nuevas oportunidades de negocio. El sector de Private Equity y de capital riesgo lleva tiempo trabajando en este sentido, gestionando no sólo los aspectos medioambientales y de buen gobierno de sus carteras de participadas sino también los aspectos sociales y reputacionales.
La RSC es Gestión de las personas. Una de las palancas fundamentales de la RSC la constituye el capital humano. Las personas son el principal activo de las organizaciones y una buena gestión permite atraer a los mejores, retener a la excelencia y crear orgullo de pertenencia en el seno de la organización. Que se hable bien de la compañía dentro y fuera de la misma es fundamental. La reputación empieza en casa, y esto es algo que caracteriza la gestión de una empresa catalana que debe presentar su gestión responsable del talento como un aspecto diferencial.
La RSC es Comunicación. No es suficiente con actuar de forma responsable, sino que es imprescindible comunicarlo a los grupos de interés. Sin esa comunicación, se pierde mucho valor en todas las actuaciones en materia de RSC. Ya no es suficiente con reportar los temas financieros, es más, el mercado demanda que se reporte de forma integrada la información económica, social, medioambiental y de gobierno corporativo. Y que este reporting sea conciso, claro y centrado en los asuntos importantes. Pero, sobre todo, comunicar supone mandar un mensaje de compromiso y resultados a mercados internacionales cada vez más exigentes.
La RSC es Medioambiente. Minimizar los impactos medioambientales forma parte de la responsabilidad de las organizaciones. Además impactar al medio ambiente cuesta dinero. La gestión de la huella de carbono y de la huella hídrica está en las agendas de muchas empresas porque impacta en su cuenta de resultados y en su posicionamiento institucional. El cambio climático, la escasez de recursos hídricos o la gestión de la biodiversidad merecen una atención especial por parte de muchos grupos de interés que van a comparar a nuestras empresas con competidores globales que operan en mercados muy exigentes.
La RSC es Contribución a la Sociedad. Las empresas están trabajando en cuantificar sus impactos directos e indirectos en la sociedad, en términos de generación de empleo, de impacto social, de impacto en el PIB del país, de impacto en pago de impuestos, pago de salarios, pago a proveedores. Ello permite poner en valor cómo una organización contribuye al desarrollo socio económico de una comunidad, región o país.
La RSC es Relación con los inversores. De forma creciente, los inversores y accionistas demandan más información sobre cómo se gestionan los aspectos no financieros. Ya no se conforman únicamente con la cuenta de resultados, sino que quieren ver cómo los aspectos sociales, éticos, medioambientales y de buen gobierno son implementados y gestionados en la compañía. Y la tradición de emprendimiento catalán, siempre enfocado al interés del inversor, es un buen precedente.
La RSC es Investigación y Desarrollo. Gestionar de forma inteligente la RSC permite aproximarse al mercado de forma diferente y ventajosa, innovando y creando nuevos productos, que permita dar respuesta a las nuevas expectativas del consumidor. La RSC puede ser precursora de nuevas maneras de hacer negocio, y esto no está muy lejano de nuestra tradición innovadora.
La RSC es Calidad. Ofrecer a los clientes un servicio o producto de calidad también forma parte de la RSC de las empresas. Las empresas catalanas desde hace muchos años velan para que la Calidad sea uno de los pilares fundamentales. El trabajo bien hecho confiere una identidad propia a nuestra manera de generar riqueza y empleo.
La RSC es Producción. Cataluña se distingue por tener una actividad fabril importante. Producir de forma eficiente siempre ha sido prioridad tanto de pymes como de grandes corporaciones. En los últimos años, se han puesto en marcha muchísimas iniciativas y programas de eficiencia energética que han permitido a corto plazo aumentar la eficiencia de la producción, reduciendo costes energéticos. Producir más con menos impacto.
La RSC es Tecnología. Sin duda la tecnología ha acompañado siempre el desarrollo económico de Cataluña, desde la revolución industrial. El saber aprovechar las nuevas tecnologías como fuente de ventaja competitiva y diferenciación ha caracterizado a nuestras empresas. El Green IT puesto a disposición de la ciudadanía configura el concepto de Smart Cities, en el cual prima la gestión inteligente de las ciudades, con menos impacto y mayor calidad de servicio.
La RSC es Aprovisionamiento responsable. Una gestión responsable de la cadena de suministro permite minimizar riesgos operacionales y reputacionales, y aprovechar sinergias en la cadena de valor. Ya no es suficiente con gestionar los aspectos de la propia organización, sino que también hay que velar para que los proveedores gestionen bien todos los aspectos ESG.
La RSC es Desarrollo de negocio. Poner en marcha actuaciones de RSC que no estén ligadas con el negocio no tiene sentido. Negocio y RSC deben ir de la mano. De ese modo, las empresas pueden conseguir el objetivo final que es hacer negocio de forma responsable.
El “Seny” ha marcado y sigue marcando el camino de la RSC en las empresas catalanas. Este “Seny” se traduce en ligar el negocio y la estrategia empresarial con las actuaciones de RSC. Porque sólo de este modo, la RSC cobra sentido en el entorno económico en el que nos movemos. El analizar cómo los aspectos de la RSC, fundamentalmente sociales, medioambientales, éticos y de buen gobierno impactan en los mercados y clientes, en la organización y personas, en los procesos y cadena de suministro y en la tecnología e innovación, permite darse cuenta a las empresas de que realmente la RSC impacta en la cadena de valor, generando claros beneficios y ventajas competitivas. En este sentido, ser capaces de visionar la RSC en clave de negocio, permite a muchas empresas diferenciarse en el mercado y marcar sus pasos hacia un entorno de enormes oportunidades. Hay que aprovecharlas.
Además, no podemos olvidar que vivimos en un mundo donde los grupos de interés demandan transparencia a las compañías; no sólo transparencia en materia financiera sino también en materia no financiera. Esto conlleva el rendir cuentas acerca de cómo se gestionan los aspectos materiales de índole medioambiental, social, de buen gobierno, laboral, de protección de derechos humanos, etc. Gestionar de forma adecuada estos aspectos es minimizar riesgos. Pero no nos olvidemos que también es aprovechar oportunidades. Oportunidades de mejor posicionamiento, de eficiencia operativa, de retención de talento.
La RSC no tiene que ser algo apartado del negocio, estanco, sin conexión con la realidad. Las empresas líderes han sabido posicionarlo de forma transversal, que impregne a la organización, que dinamice las iniciativas de las diferentes áreas, que aglutine e impulse, que coordine y lidere. Eso es la RSC. Es una forma de hacer negocio de forma responsable, aprovechando todos los recursos a disposición de la empresa para maximizar sus beneficios.
Una buena gestión de la RSC impacta en la cuenta de resultados, desde todas las áreas de la organización. Y esto forma parte del modo de ser de las empresas catalanas.