La diversidad es una realidad social que debe tener su reflejo en la empresa: la incorporación de la mujer al mercado laboral o el cambio de la pirámide poblacional son fenómenos a los que el mundo empresarial no puede permanecer ajeno.
Ignorar la diversidad no sólo supone excluir de forma más o menos consciente a determinados colectivos (y, por lo tanto, practicar una discriminación a todas luces inaceptable desde el punto de vista social, pero también jurídico). Significa perder una oportunidad para la compañía. Aprender a gestionar la diversidad es en la actualidad un aspecto crítico para la competitividad de nuestras empresas. No se trata sólo de respetar la sensibilidad social que existe hacia la integración de la diferencia, se trata de identificar todas las ventajas que puede aportar a la compañía.
En primer lugar, no se puede desaprovechar el talento. Cuando una empresa excluye de su proceso de selección a un colectivo, está renunciando a incorporar personas que podrían aportar soluciones creativas e innovadoras a la organización. Esto es especialmente importante en el momento actual, en el que la capacidad de adaptación de las compañías es imprescindible para su supervivencia.
En segundo lugar, esta exclusión se traduce en una visión sesgada de la sociedad en la que pretende comercializar sus productos y/o servicios. Sólo incorporando la diversidad a su propia plantilla puede desarrollar una visión más completa de las necesidades que pueden tener los diferentes perfiles de potenciales clientes.
Más allá de estos aspectos, la gestión de la diversidad es necesaria si una compañía quiere que su equipo humano (el mayor capital y probablemente una de las mayores ventajas competitivas que puede lograr respecto al mercado) se sienta más satisfecho, sea más productivo y esté firmemente comprometido con el proyecto empresarial. Conocer (y reconocer) los diferentes perfiles de las personas que forman la plantilla es condición sine qua non para habilitar los medios que favorezcan su pleno desarrollo profesional y faciliten la conciliación familiar y personal.
Los cambios sociales y demográficos exigen, pues, a las empresas españolas, un esfuerzo para adaptarse a esta nueva realidad. Los estudios realizados hasta la fecha indican que las políticas de diversidad tienen un impacto positivo en el negocio, generando, entre otras ventajas, una mayor eficacia en la organización.
Respecto al impacto de la gestión de la diversidad, está comprobado que la implantación de políticas de diversidad disminuye la diferencia salarial entre hombres y mujeres hasta en un 5%. Las empresas que ponen en marcha este tipo de programas logran, además, una representación más equilibrada de mujeres en los puestos directivos y de mayor responsabilidad.
En definitiva, saber gestionar una plantilla diversa es beneficiarse de todas las ventajas que implica la diferencia y ganar competitividad en el mercado: así lo atestiguan las experiencias llevadas a cabo hasta ahora, arrojando resultados muy positivos. Por lo tanto, hay que animar a las empresas españolas a terminar con las dinámicas del pasado e implantar, de forma definitiva y con un compromiso real, nuevos modelos de integración que las proyecten con energía hacia el futuro.