Seguramente dos de las más importantes sean a las revistas referentes de negocio de este sector, Internacionales como el Business of Fashion, o nacionales como Modaes y a programas divulgativos de gran visibilidad como ha pasado en los últimos meses con Salvados.
Se trata de un movimiento creciente que en lo particular se concreta también en diferentes maneras. Una de ellas es la creación de centenas de nuevas marcas emergentes, seguramente debido a que ya no tiene sentido crear más ropa basura y si hay que hacer una nueva prenda debe tener en su esencia una nueva manera de entender la creación de un producto, textil en este caso. No se trata solo de crear una prenda con menos químicos, o que consuma menos agua, se trata de que las nuevas empresas del S. XXI tienen que llevar en su ADN cómo crear valor en todos los sentidos a lo largo de toda la cadena de producción, por ejemplo, no se trataría solo de dar salarios legales si estoy produciendo en el tercer mundo (siendo conscientes de que un salario legal no significa un salario digno”, es decir, un salario que permita a las personas que lo reciban tener acceso a vivienda, alimentación, salud y educación), sino buscar la manera, por ejemplo, de ayudar a las trabajadoras (en textil se estima que el 85% de trabajadoras son mujeres) que producen mis prendas a mejorar su calidad de vida a través de micro-créditos para la creación de pequeños negocios, formación, etc…En España hoy en día también podemos buscar la creación de valor generando empleo y reindustralización como por ejemplo está haciendo “Latitude” en Galicia.
Otra manera en la que vemos este movimiento consolidarse es en la creación de asociaciones a lo largo de todo el país, desde Barcelona que fue la primera a Andalucía, Canarias, Badajoz, Murcia, Valencia, Madrid, etc…profesionales, pymes y emprendedores que se unen para buscar beneficios comunes, ya sea la creación de un desfile, la optimización de la producción, ganar visibilidad, etc.
Y si esta es una tendencia que se está viendo en España, también es cierto que a nivel global cada día se visibiliza un movimiento más potente bajo un paraguas común que es la campaña del Fashion Revolution. Esta campaña surgió al año siguiente del terrible accidente del derrumbamiento del Rana Plaza donde más de 1.134 trabajadores resultaron muertos y otros 2.500 resultaron heridos de gravedad. Bajo esta campaña más de 83 países se han unido pidiendo a las marcas transparencia y dar visibilidad a las personas trabajadoras de las fábricas textiles. Este año en España se han llevado a cabo más de 18 eventos, involucrando centenas de personas. Como coordinadores en España de esta campaña, nuestro objetivo y deseo sería que esta información llegara a cada consumidor para que entendiera el valor de las nuevas propuestas, especialmente los más jóvenes para que cuando les llegue la edad de pasearse en grupo por los centros comerciales tengan conciencia que detrás de cada prenda que ven hay una historia de personas, a menudo de su misma edad, que tienen que trabajar de 12 a 16 horas al día en alguna parte del mundo para conseguir sobrevivir.
Otra manera de ver cómo va avanzando esta nueva conciencia medio ambiental y social es la consolidación de nuevos estándares textiles medio ambientales y sociales como puedan ser GOTS, Blue Sign, Fair Trade o Fair Wear Foundation. En circuitos más concienciados o mercados más maduros en estos temas como puedan ser los de norte de Europa, este tipo de certificaciones son una tarjeta de presentación para las nuevas marcas que nacen y quieren posicionarse bajo estos nuevos criterios.
Aparte de internalizar costes, es decir, pagar salarios dignos, poner depuradoras en las fábricas donde se tiñen y se hacen los acabados de las prendas, etc… que son algunas de las principales razones por los que las prendas que se producen bajo el sistema actual “fast fashion” y que no los internalizan salen tan baratas, lo apasionante de esta nueva tendencia es la parte de innovación que lleva implícita para las nuevas empresas; se trata de incluir en nuestro proceso de pensamiento criterios que hasta ahora no han estado. Puede ser en el diseño de la prenda con criterios como “diseño para el desembalaje”, “zero waste” o “upcycling”, o conceptos más ligados con la cadena de producción como “economía circular” y que nos invita a cerrar el círculo y pasar de la economía lineal que hemos creado donde sobre-explotamos recursos que terminan en pocos meses en los vertederos a una economía circular donde no existe el concepto de residuo y todas las materias se reintegran en nuevos circuitos de producción.
Me gustaría terminar esta pequeña reflexión recordando, como dice el Presidente de Patagonia “Yvonne Chouinard”, que la prenda más verde es la que ya existe y, si queremos reenfocar nuestro consumo de ropa, lo primero que sería útil hacer es ver lo que tenemos en nuestros armarios, regalar aquello que ya no nos ponemos, y antes de salir a comprar hacer una lista con lo que realmente necesitamos después de haber hecho “conjuntos” con nuestra ropa y comprar ropa o bien de segunda mano para no incentivar la creación compulsiva de más ropa barata, o bien comprar menos cantidad y mejor a marcas de moda sostenible.