Los inversores y la sociedad en general tienen en cuenta otros aspectos, muchas veces intangibles, para valorar a las compañías: su trato hacia los clientes y proveedores, con los empleados, su impacto social y medioambiental, la claridad y honestidad en la información, etc.
Las acciones que se realizan bajo el paraguas de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) son voluntarias y van más allá de lo requerido legalmente. No obstante, ya hay una serie de aspectos que se han convertido en un deber ‘moral’ para las empresas, especialmente cuando son representativas de su sector o tienen un peso importante en la sociedad, como son, entre otros, tener una estrategia en aquellos aspectos no financieros y reportarlos, seguir recomendaciones de buen gobierno o involucrarse en proyectos que preocupan a la sociedad en general.
Hasta aquí sería lo que podríamos llamar una estrategia defensiva de la RSC, lo hacemos porque nos ‘presionan’ externamente, porque todos los hacen o bien porque no podemos quedarnos fuera. Un paso más en la implementación de la RSC es cuando esas acciones se convierten en una herramienta para la gestión diaria de la empresa: las incorporamos en las políticas y procedimientos, nos sirven para impulsar nuevos proyectos, como elaborar un código ético o promover la gestión medioambiental. En este sentido, el formar parte de índices internacionales como el Dow Jones Sustainability Index o el FTSE4Good ayuda a incluir la RSC en la gestión y a ‘normalizar’ su incorporación en la actividad diaria de la empresa.
La tribuna completa y mucha MÁS INFORMACIÓN EN EL ANUARIO CORRESPONSABLES 2010. Haz click AQUÍ para conseguirlo.