A pesar de que algunos pueden pensar que no se avanza, lo cierto es que somos cada vez más los que estamos convencidos de que de que la RSE no es solo una cuestión estética sino más bien una cuestión ética, una filosofía que se traduce en un modelo de gestión singular, que trasciende más allá de lo económico, más allá de lo meramente externo. En su trayecto, la RSE está acercando a empresas, grandes, medianas y pequeñas, a organizaciones sociales, a universidades, a administraciones públicas…Son muchos los actores, que de un modo u otro estamos trabajando para que las políticas de RSE sean más reales y tangibles, más eficaces y valiosas para nuestra sociedad.
La RSC, el emprendimiento y la innovación social serán un importante motor económico de nuestra sociedad, pero sobre todo, son instrumentos solventes y fiables para la construcción y el desarrollo de una sociedad más justa y equitativa. Las políticas de RSC, bien configuradas y bien ejecutadas, no solo conllevan un reporte en forma económica, que lo hay, sino también en forma de bienestar social. Es imprescindible que empresas, administraciones públicas, organizaciones sociales y universidades, logremos identificar intereses comunes, y nuestro bienestar social lo es.
El desarrollo sostenible, la lucha contra la pobreza o la precariedad laboral, la equidad social y de género, el medio ambiente, el respeto a la diversidad cultural, la defensa de los derechos laborales y humanos, la promoción de la cultura emprendedora o la mejora de vida e inserción laboral de todo tipo de colectivos desfavorecidos y/o en riesgo de exclusión social, son algunos de los fines fundacionales son fines que nos competen a cada uno de nosotros.
La RSE ha de ser verdaderamente un elemento clave de nuestra estrategia, para integrarse en la estructura misma de la organización, de cada procedimiento, de cada departamento, de cada persona. La RSE debe añadir valor a la organización, pero más que nada, debe añadir valor a nuestra sociedad, de forma tangible y mensurable, de manera que el ciudadano pueda percibir y valorar esta contribución.
El tercer sector tiene que definir cuál será su papel y cuál su aportación de cara a los retos que ha de afrontar la RSE en el futuro. Debéis poner en valor vuestro conocimiento y cercanía a los diferentes colectivos con los que trabajáis a diario, vuestra experiencia a pie de calle, vuestra sensibilidad hacia las necesidades emergentes en medio de nuestra sociedad.
También debemos procurar la colaboración entre entidades, pero también con las empresas. El impulso de una cultura colaborativa nos hará más eficaces y responsables en nuestras acciones, y posibilitará una sociedad más sólida, más competitiva, más sostenible, más inclusiva, en la consecución de sus fines sociales y económicos.
Por otra parte, la RSE ya no es cosa solo de las grandes corporaciones. Medianas y pequeñas empresas han aunado voluntad y creatividad para poner en práctica políticas de RSE innovadoras, asumibles y eficaces.
En segundo lugar, disponemos de un dato concluyente: más del 95% del tejido empresarial valenciano lo conforman las PYMES o microPYMES. Por lo tanto, cuando hablamos de RSE en la Comunitat Valenciana, es imprescindible incluir a las pequeñas empresas si queremos lograr que la RSE alcance el impacto y los resultados esperados. A priori, puede parecer difícil, pero afortunadamente contamos ya con numerosas experiencias que señalan exactamente lo contrario. La RSE ni es ni debe verse como una materia inaccesible para los más pequeños.
Hay que corregir esta percepción errónea, y para ello, hay que conocer las buenas prácticas de otras empresas. Existen numerosas fórmulas y vías, muy sencillas, para acercar a cualquier empresa que lo desee a la RSE.