El tratamiento de la diabetes mellitus consiste en que el paciente alcance unos niveles de glucosa en sangre lo más semejantes posibles a los que tienen las personas que no padecen esta patología, para lo que es esencial contar con unos hábitos alimenticios saludables, realizar ejercicio físico regular y seguir el tratamiento farmacológico que aconseje el equipo médico. En este sentido, el autocontrol, mediante la medición de los niveles de glucosa en sangre, independientemente del tratamiento que se siga, es crucial en la toma de decisiones sobre el plan de alimentación, ejercicio o tratamiento farmacológico. En consecuencia: la educación terapéutica, junto con la corresponsabilidad del paciente con su diabetes, es sinónimo de calidad y cantidad de vida, ya que puede evitar muchas complicaciones crónicas vinculadas a la diabetes.
Pero su alcance va mucho más allá, puesto que por medio de la formación diabetológica podría reducirse enormemente el gasto sanitario y contribuir, con ello, a la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS), algo de crucial importancia, y más ahora si cabe, debido a la actual crisis económica en la que nos encontramos inmersos. Sólo en España la diabetes afecta directamente a más de 5 millones de personas, representando entre el 15% y el 20% del gasto sanitario total. Además, las cifras demuestran que el coste medio al año por cada paciente diabético asciende a más de 1.300 euros, lo que corresponde un 42% a gastos de farmacia; un 26%, a gastos de atención médica (Atención Primaria y Atención Especializada); y un 32%, a hospitalizaciones. Es decir, que si las administraciones públicas apostaran decididamente por la formación en diabetes, ese gasto podría verse reducido en un 20%, lo que al año se transformarían en más de 900 millones de euros
La conclusión de todo esto es que un buen manejo de la diabetes, junto con el compromiso del paciente con su tratamiento, supone, por un lado, una mejora de la calidad de vida de las personas con diabetes, y por otro, un sustancial ahorro para las arcas públicas. Pero para conseguirlo, además de apostar por la formación en diabetes, el SNS debe adaptarse también a las necesidades de salud del siglo XXI. O lo que es lo mismo: transformarse del actual modelo de intervención en el que está actualmente basado, a un modelo de prevención, con lo que poder mejorar su eficacia en el tratamiento de las enfermedades crónicas -como lo es la diabetes-, que ya representan el 70% de las actuaciones en salud en nuestro país.
Todos estos datos ponen de manifiesto la urgente necesidad de no demorar más la inversión de recursos en políticas de educación terapéutica dirigidas a personas diabéticas y reorientar nuestro SNS. Sin embargo, los pacientes con diabetes aún seguimos encontrándonos con múltiples barreras para que esto sea así. Por ello, desde la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE) uno de los grandes frentes que seguimos teniendo abiertos desde nuestra creación, hace ya más de 25 años, es conseguir que las autoridades sanitarias respondan a estas necesidades para conseguir tanto la mejora de la calidad de vida de los pacientes, como lograr que el SNS continúe siendo un sistema solidario y universal.