Cualquiera que atendió a las exposiciones del gobierno mexicano en la reunión en donde expusieron los avances del país en el combate al cambio climático, pensaría que el país se encuentra en la senda hacia la sustentabilidad. México es el único país en desarrollo con una estrategia nacional de cambio climático evaluada por instituciones independientes; tiene mayor número de comunicaciones nacionales que cualquier otro país en desarrollo y cuenta con más de seis planes locales para el combate al calentamiento global.
Estos avances, junto con la menor tasa de deforestación, mayor volumen de aguas tratadas, mejor manejo de la basura en rellenos sanitarios y mayor eficiencia en el consumo del agua en el sector agrícola, entre otras, llevarían
a cualquiera a pensar que el país transita hacia la sustentabilidad.
Sin embargo, el país enfrenta sus peores retos ambientales en la historia: la sobreexplotación de más de 50% de sus mantos acuíferos, la pérdida acelerada y en niveles preocupantes de su biodiversidad, y el creciente riesgo de fenómenos naturales causados por el calentamiento global, entre otros.
El reto de la sustentabilidad de México va más allá de las políticas ambientales. Para ello, el país requiere urgentemente crear una Estrategia Nacional de Sustentabilidad que incorpore políticas económicas y sociales que atiendan las causas de dicho deterioro ambiental. Por citar un ejemplo, mientras en México persistan dos sistemas judiciales que vigilan la tenencia de la tierra rural (el sistema de justicia agrario y el civil), será imposible garantizar la seguridad jurídica de la tierra y así promover la conservación de bosques a través de tierras privadas. En este sentido se pierden inversiones en tierras de conservación, principal instrumento para la conservación en
países como Estados Unidos y Costa Rica, entre otros.
Por otro lado, mientras el agua siga siendo “gratuita” para muchos sectores (agrícola y urbana) difícilmente
se logrará preservar uno de los recursos naturales más escasos del país.
ESTRATEGIA NACIONAL
En este sentido, 2012 presenta una enorme oportunidad, ante la llegada de un nuevo presidente para concebir una Estrategia Nacional para la Sustentabilidad. Esta deberá trascender las medidas fiscales y normativas tradicionales (subsidios, impuestos y leyes) y promover nuevos instrumentos de mercado, así como instituciones que preserven los activos naturales del país a través de acciones como:
• La creación de mercados de agua, donde se puedan intercambiar los derechos de extracción de esta y los precios reflejen los costos de extracción del recurso. Para ello, además de reformar la Ley Nacional de Aguas, entre otras, se necesita abolir la capacidad de los Congresos locales para fijar los precios del agua.
• La promoción de la conservación privada. Para esto, no sólo se requiere eliminar programas que promueven la expansión de tierras agrícolas y ganaderas, sino terminar con el régimen agrario, crear un registro público de
la propiedad rural transparente, simple y accesible, e instaurar instituciones de planeación urbana para controlar el descontrolado crecimiento de las ciudades.
• Promover la competencia en el mercado energético (en la extracción y distribución de gasolinas y venta de electricidad y eliminar los subsidios energéticos que suman más de cinco veces los recursos para el combate al cambio climático en el país. De esta forma se incentivarían las inversiones en energías renovables y se transparentaría la contaminación de estas actividades que hoy no son conocidas. El IMCO ha estudiado los retornos de las inversiones en proyectos de eficiencia energética cuyas rentabilidades superan los costos de capital del mercado, por lo que sin dichos subsidios el mercado podría detonar múltiples inversiones.
Pensar en la sustentabilidad de México requiere de cambios estructurales e institucionales que van más allá de lo ambiental. Ojalá en 2012 impere esta reflexión en las campañas para que nuevos mecanismos de mercado puedan contribuir finalmente a la sustentabilidad del país.