En primer lugar, las empresas precisan de trabajadores sanos y, por lo tanto, se preocupan por su salud. De hecho, la sanidad se ha estado financiando durante muchos años a partir de las contribuciones a la Seguridad Social de los trabajadores y las empresas. En segundo lugar, los centros de salud y las empresas sanitarias prestan sus servicios a todos los ciudadanos a coste cero para el usuario.
Finalmente, existen un número importante de iniciativas relacionadas con la salud que están siendo financiadas por empresas. Entre ellas, destacan las múltiples actividades de educación, formación e investigación financiadas por la industria farmacéutica. Esta implantación natural de la RSC en el sector salud ha tenido sobre todo dos consecuencias indeseadas. La primera de ellas está relacionada con la poca visualización que tienen estas iniciativas como actividades propias de la RSC. La misma industria farmacéutica ha tardado muchos años en distinguir aquellas actividades propias del marketing de las realizadas en el ámbito de la RSC.
En segundo lugar, las empresas no sanitarias se resisten a enfocar sus actividades de Responsabilidad Social en Salud bajo el planteamiento erróneo de que ltienen que ser promovidas por la industria o el sector público.
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