No es ninguna sorpresa que la creciente dependencia de la tecnología en nuestras vidas haya tenido un costo medioambiental significativo. Los efectos del cambio climático se dejan sentir en todo el mundo y hemos de reconocer el papel crucial de nuestra industria, la tecnológica, a la hora de mitigar sus efectos.
El Día Mundial del Clima nos invita a reflexionar sobre los retos que tenemos por delante: somos conscientes de que la producción de dispositivos electrónicos requiere de grandes cantidades de energía y de recursos naturales. También de que aumenta tanto la demanda de energía eléctrica como la generación de residuos electrónicos contaminantes. Y todo ello generando una gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero ¿no estamos de acuerdo en que esa misma tecnología es precisamente parte de la solución?
Un desafío alcanzable
¿Es posible lograr la sostenibilidad desde que se piensa el producto hasta que llega a manos de los consumidores?
Gracias a la tecnología hemos demostrado que sí, empezando por las propias fábricas. Tan solo hay que desaprender lo aprendido y repensar su funcionamiento mediante sencillas medidas que garanticen un enfoque de reducción de emisiones.
Ejemplo de ello sería que el calor de los servidores de la nave de producción se desvíe para mantener caliente el espacio de fabricación. Mientras, en invierno, el mismo espacio utilizará aire frío del exterior para enfriarlo.
Además, podría conseguirse una producción de energía a escala industrial para accionar una fábrica del tamaño de siete campos de fútbol tan solo a través de paneles solares en los tejados. Para evitar el derroche de energía, las luces pueden instalarse con detectores de movimiento y se puede implementar el apagado automático de todos los aparatos cuando no se utilizan.
La sostenibilidad de las fábricas no sólo se apoya en los avances estructurales, sino también en los propios procesos de fabricación. Por ejemplo, implementando una soldadura a baja temperatura se reducen las emisiones de carbono de la soldadura de productos en un 35%. Tampoco hay que olvidar plantear un hardware con visión de futuro, empezando por el packaging.
Lo ideal es eliminar por completo el plástico y, en su lugar, utilizar materiales reciclados y reciclables que estén hechos a base de fibra como el bambú y la caña de azúcar u otros como el cartón. Después, una vez que el producto deja la fábrica, debemos asegurar una amplia vida útil ofreciendo servidores reacondicionados y piezas de repuesto a los clientes, reduciendo los residuos electrónicos.
También debemos asegurar una localización estratégica de la propia fábrica que permita, en primer lugar, reducir el número de kilómetros que recorren y, durante el transporte, un envío eficiente y sostenible. Y, por último, tener como prioridad una economía circular, donde se diseña para durar y se simplifica la reparación y el retorno.
Construyendo un futuro más inteligente
Estas “sencillas” medidas son los adoquines que construyen un futuro más inteligente y respetuoso con el mundo que nos rodea. Pero el compromiso con el valor va más allá de soluciones tecnológicas innovadoras. Para trazar una hoja de ruta clara y medible sobre el papel, son necesarios los números. Y es que no se puede concebir un futuro de la tecnología que no esté sujeto a objetivos de desarrollo sostenible.
La iniciativa Science Based Targets es una colaboración entre organizaciones líderes en la lucha contra el cambio climático que buscan establecer objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero basados en la ciencia. Es una llamada a la acción para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. Al suscribir los objetivos de desarrollo
sostenible a esta iniciativa, conseguiremos un balance neto cero en 2050, lo que significa estar un paso más cerca.
En definitiva, debemos deshacernos de la idea equivocada de que la fabricación y la sostenibilidad son objetivos mutuamente excluyentes. No se debe plantear como una limitación, sino que debemos adoptarla como un motor para la innovación y el crecimiento. Esto significa repensar la manera en la que diseñamos, producimos y distribuimos nuestros productos, y trabajar en colaboración con otros actores del sector para establecer normas y prácticas que promuevan la sostenibilidad. Tenemos la responsabilidad y las herramientas para liderar el camino hacia un futuro más sostenible.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Clima