Es imposible hacer justicia en una tribuna al valor que ha aportado Cruz Roja a la paz y a los derechos humanos a lo largo de sus más de 150 años de historia. El Movimiento Internacional de Cruz Roja y de la Media Luna Roja representa lo que nos hace humanos, la determinación de auxiliar a aquellos que se encuentran en las situaciones más difíciles, sin condiciones y asumiendo con frecuencia enormes riesgos.
La resistencia a aceptar la injusticia y la prueba de que si hay algo que nos une es la capacidad de superar prejuicios y trabajar juntos para hacer que la fraternidad gane todas las batallas y perdure sobre el sufrimiento.
Es cierto también que esta es una labor que no termina. Atravesamos tiempos inciertos y nos dirigimos a un futuro con grandes incógnitas en el que tendremos que seguir tomando decisiones trascendentes respecto al mundo que queremos construir.
La tecnología, la ciencia, el acceso a la educación, a la sanidad, van estrechando la brecha de desigualdad en muchos lugares del mundo mientras que las emergencias climáticas, las crisis geopolíticas, las guerras o los desequilibrios demográficos, entre otros muchos desafíos, plantean otros tantos interrogantes con impacto en millones de personas ante los que tendremos que escoger juntos las respuestas.
De las decisiones que tomemos las personas a nivel individual y también a través de nuestro del papel que jugamos en las empresas, gobiernos y organizaciones colectivas dependerá la herencia que dejemos a las generaciones venideras.
Pero, ¿estamos en el camino correcto para dejar a las próximas generaciones un mundo mejor que el que nosotros hemos heredado?
Observar el papel que Cruz Roja ha jugado en los momentos clave de la historia reciente y tener la certeza de que seguirá ahí, pase lo que pase, es una razón de peso para ser optimista. Lo vemos cada día y lo hemos corroborado también en estos últimos meses.
Detrás de cada titular sobre la invasión de Ucrania, sobre la inflación o las dificultades económicas de las familias, de las catástrofes naturales, los incendios, la enfermedad o la soledad no deseada, hay miles de voluntarios de Cruz Roja movilizándose para mitigar el daño y socorrer a quienes más lo necesitan. En todo el mundo, no solo en los grandes conflictos sino también a lado de quienes más cerca están: en cada calle y en cada barrio.
Desde una perspectiva individual, Cruz Roja no sólo es una fuente de inspiración sino también una fuerza que multiplica el valor de nuestras acciones solidarias cuando las elevamos a la escala colectiva, a través de empresas, gobiernos y otras organizaciones.
Es un honor poder escribir estas palabras para poner en valor el trabajo imprescindible que realiza Cruz Roja a la hora de sostener una sociedad que avanza y tropieza, sabiendo que no siempre alcanzamos a proteger a todos aquellos que lo necesitan más o que más vulnerables son.
En Liberty hemos podido contribuir humildemente a la labor que realiza Cruz Roja con el convencimiento de estar apoyando a una organización que no falla. Trabajamos con plena consciencia de la relevancia de que las empresas actuemos conforme a unos valores constructivos, rememos a favor de dejar un entorno mejor a los siguientes y asumamos nuestro importante papel en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.
En Liberty creemos que el progreso sucede cuando las personas se sienten seguras y sabemos que no hay progreso si no avanzamos en positivo. Ese es nuestro trabajo, lo que mejor hacemos, prevenir y gestionar los riesgos poniendo siempre a las personas primero.
Si necesitamos referentes, siempre podremos mirar a Cruz Roja. Allá donde haya una persona que necesite ayuda estará y junto a ella estaremos también el resto de las organizaciones que estamos realmente comprometidas con la construcción de un futuro sostenible, justo, igualitario e inclusivo.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Cruz Roja 2023.