Las personas, a lo largo de nuestras vidas, experimentamos una fascinante metamorfosis. Este proceso abarca tanto cambios corporales como actitudinales, influyendo incluso en nuestras capacidades. Esta transformación constante es la impulsora de la cambiante diversidad que caracteriza a las personas a lo largo de nuestras vidas. Algunas personas pueden percibir estos cambios como desafíos negativos, esta percepción nos conduce a pasar por alto la riqueza que esta adaptación aporta a nuestra existencia.
Sin ir más lejos, contamos con ejemplos en nuestra vida cotidiana que nos hacen ver cómo nuestro cuerpo se adapta a las condiciones adversas; por ejemplo, el arrugamiento de nuestros dedos cuando los sumergimos en el agua tiene un interesante objetivo para el cuerpo humano. Nuestros nervios preparan las yemas de los dedos con arrugas que en realidad son canales que sirven para escurrir el agua de nuestras manos. Entre otras cosas, consiguen alejar el agua del punto de contacto entre los dedos y el objeto. Por lo tanto, las arrugas de nuestros dedos nos facilitan el agarre de objetos mojados de la misma manera que los diferentes tipos de neumáticos ofrecen una mayor adherencia a las irregularidades de la carretera. Por ello, estas arrugas son el resultado de la adaptación del cuerpo humano para realizar distintas acciones como conducir en condiciones extremas de humedad, manipular objetos bajo el agua, caminar sobre las rocas…
La metamorfosis que experimentamos las personas es un fenómeno complejo que abarca diversas etapas de nuestra vida, desde la infancia hasta la vejez. Nuestro cuerpo experimenta transformaciones físicas significativas, desde el desarrollo de órganos y sistemas en la juventud hasta los cambios asociados con el envejecimiento. La diversidad resultante no solo se manifiesta en términos de apariencia física, sino que también se refleja en las distintas formas de pensar, sentir y actuar. En lugar de ser estática, nuestra diversidad es un proceso en constante cambio, alimentado por las experiencias individuales y colectivas que cada generación, cada etnia, cada cultura… aporta a la ecuación proporcionando actitudes y perspectivas que también evolucionan a medida que enfrentamos nuevas experiencias, desafíos y aprendizajes.
Considero fundamental entender que esta suma de diversidad en constante evolución no es un obstáculo, sino más bien una fuente inagotable de enriquecimiento personal y social. Cada nueva perspectiva y conjunto de habilidades que surge de esta metamorfosis contribuye a la creación de un mosaico único y complejo de conocimientos y talentos que se adhieren a nuestra personalidad dejando una huella positiva para nuestro yo y por supuesto para todas las personas que nos rodean.
La diversidad no solo se manifiesta en las diversidades que podemos llamar etiquetables (edad, discapacidad, género, etnia…) sino también en nuestras interacciones diarias. A medida que evolucionamos, desarrollamos nuevas formas de relacionarnos, de abordar los desafíos y de construir conexiones significativas. Esto forma parte de nuestra diversidad cognitiva que, en ocasiones, si me lo permitís, nos define más que las diversidades etiquetables. La empatía, por ejemplo, se ve influenciada por nuestras experiencias de vida, lo que nos permite comprender mejor a los demás y fortalecer los lazos sociales.
Considerar esta metamorfosis como un proceso positivo implica abrazar la noción de que el cambio es una constante inevitable y valiosa en nuestra vida. En lugar de resistirnos a las transformaciones, podemos adoptarlas como oportunidades para aprender, crecer y contribuir a la riqueza de nuestra sociedad. Celebrar la variedad de perspectivas y habilidades que surgen de esta transformación continua que nos conduce a una sociedad más inclusiva, innovadora y resiliente. La vida es un viaje fascinante que trasciende de lo puramente físico, abarcando cambios actitudinales y capacidades en constante evolución. Abracemos todos nuestros ciclos vitales como oportunidades que enriquecen nuestra comprensión del mundo y fortalece los lazos que nos unen como sociedad.
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