La Covid-19 nos pilló por sorpresa y, aunque la reacción de la comunidad internacional fue lo más rápida posible, la investigación de fármacos y vacunas fue una carrera contrarreloj. Mientras esperábamos la tan ansiada vacuna, los sanitarios, en colaboración con las administraciones públicas y con las autoridades sanitarias, hacíamos nuestro propio camino para evitar más contagios mientras mucha población se encontraba aislada en sus casas.
La cruz verde de la farmacia siempre estuvo encendida, incluso cuando el azote de la enfermedad estaba en su momento más virulento. Los farmacéuticos comunitarios estábamos en primera línea, al pie del cañón, atendiendo pacientes a los que les asaltaban las dudas, el miedo e incluso la enfermedad. Veíamos con impotencia como individuos sanos compartían espacio con infectados que podrían transmitir la Covid-19 en nuestros propios establecimientos.
Sabíamos que las personas más vulnerables no podían seguir viniendo a la farmacia, que era importante que permanecieran en sus casas. ¿Qué pasaba con los enfermos crónicos? ¿Y con los más ancianos? ¿Y con aquellos con movilidad reducida? Si, a la postre, se encontraban solos en sus casas debido al confinamiento y no tenían a nadie que pudiera facilitarles su tratamiento ¿qué podía ser de ellos?
Como profesionales sanitarios nuestra obligación moral era proporcionar asistencia farmacológica a todos ellos y evitar una falta de adherencia por esta causa. Por eso, desde el MICOF se mantenía contacto constante con las autoridades sanitarias para conseguir una atención farmacéutica en el domicilio del paciente necesitado de ella.
Finalmente, se consiguió poner en marcha el programa de Apoyo Farmacéutico Domiciliario en contexto Covid-19, un servicio proporcionado por el MICOF, en colaboración con la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública entre el 3 de abril y el 31 de mayo de 2020, que aseguró la continuidad y adherencia a los tratamientos ante la posibilidad de infección por Covid-19, con la realización de entregas a domicilio para la población más vulnerable.
En concreto, pudieron beneficiarse de la prestación del servicio cualquier persona que viviera sola, sin posibilidad de apoyo de otras personas de su entorno y que no pudiera salir de su domicilio por problemas de movilidad, enfermedad aguda, situación de cuarentena domiciliaria por Covid-19 o con procesos crónicos complejos incluidos en los grupos de mayor riesgo de infección por Covid-19.
El servicio incluía la dispensación en el domicilio de la persona que lo demandara de medicamentos, con y sin receta médica, del Sistema Nacional de Salud (SNS) y receta médica privada, productos sanitarios y productos de salud. Se estableció un Protocolo Normalizado de Trabajo que comprendía desde la demanda del servicio, hasta la recepción por el paciente, tras una evaluación individual e información adecuada de sus necesidades clínicas, de los medicamentos que precisaba.
Para potenciar el servicio el MICOF firmó convenios de colaboración con Cáritas y Cruz Roja, para así poder organizar la entrega de la medicación. También se puso en contacto con los ayuntamientos de la provincia para conocer los recursos técnicos y humanos de los que disponían, colaborando con 19 de ellos para acceder a pacientes a los que las farmacias tenían mayor dificultad de acceso.
En concreto, la colaboración con Cruz Roja nació a partir del acuerdo suscrito, el 19 de marzo de 2020, entre el Consejo General de Colegios Oficiales de farmacéuticos y Cruz Roja Española para la atención a domicilio de personas en situación de especial vulnerabilidad durante el estado de alarma por el covid-19.
Para los pacientes este programa se consideró un éxito debido a la gran participación por parte de los farmacéuticos, al haber en la provincia de Valencia un total de 561 farmacias comunitarias que realizaron el servicio del que se beneficiaron un total de 1.774 pacientes.
Para las farmacias también fue un éxito al poder demostrar a la sociedad lo que ya sabíamos, es decir, que la profesión estaba lo suficientemente preparada como para acometer este proyecto con la colaboración entre la Administración y el MICOF, así como con las distintas entidades sociales y locales que participaron en el programa.
Además, esta iniciativa sirvió como proyecto piloto ante una posible implementación del programa en un futuro. Algo que todavía no ha ocurrido. Teniendo en cuenta que hoy en día uno de los problemas a los que se enfrentan las autoridades sanitarias es la falta de adherencia en los tratamientos y que uno de los factores viene dado, entre otros aspectos, por el envejecimiento de la población y la consecuente afluencia de personas mayores que viven solas y no pueden desplazarse fácilmente fuera de sus hogares para recoger su tratamiento en la farmacia.
Especialmente en casos que no disponen de familiares que puedan prestarles esa asistencia. En la misma situación pueden encontrarse determinados pacientes crónicos o con problemas de movilidad.
Por ello, desde el MICOF siempre hemos considerado que, más allá del contexto pandémico, este servicio seguiría siendo de gran utilidad para luchar contra un grave problema al que los farmacéuticos podríamos dar solución: la falta de equidad que provoca que determinados usuarios sí que puedan acceder a sus medicamentos y otros, por los motivos que sean, no. De ahí que presentáramos este proyecto a los I Premios a la Innovación Social: Farmacéuticos y ODS.
Ya que consideramos que era una buena plataforma para dar a conocer el proyecto, defender la igualdad del acceso al medicamento de todos los usuarios con independencia de su situación, cumplíamos con varios de los objetivos ODS y podía suponer el reconocimiento de la profesión a nivel nacional. La Mención Especial conseguida nos supo a Premio porque, aparte de que el nivel de las propuestas candidatas era altísimo, finalmente conseguimos visibilizar de alguna manera esa necesidad que planteábamos.
Hoy por hoy, y especialmente tras la transición política en nuestra Comunidad, seguiremos defendiendo este programa para que sea validado por la Administración y seguiremos tendiendo la mano para conseguirlo. Sobre todo, porque es nuestro deber defender la salud de los usuarios en equidad por encima de todo.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables “Premios a la Innovación Social: Farmacéuticos y ODS”, en colaboración con el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF).