Este sábado, 28 de abril, se conmemoró el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, que reivindica medidas para evitar la vulneración de estos derechos en las empresas. Según Naciones Unidas, cada día mueren 6.300 personas a causa de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo en el mundo – más de 2,3 millones de muertes por año.
La aprobación por parte del gobierno español del “Plan Nacional de Empresa y Derechos Humanos” el pasado mes de julio abre la puerta a un nuevo escenario de gestión empresarial. Este plan es ya una realidad, tras la aprobación unánime de los “Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos” por parte los estados miembros de las Naciones Unidas en 2011 y sitúa a las empresas que operan en España ante una serie de retos que amplían las herramientas con las que se viene desarrollando la Responsabilidad Social Empresarial.
Así pues, es necesaria una reflexión y formación rigurosa desde las empresas, para que se entienda correctamente la dimensión de los cambios a los que debemos hacer frente para la garantía de estos y los demás derechos de todas las personas vinculadas a la actividad empresarial (consumidores, trabajadores, colaboradores, etc.).
Para afrontarlos, además de promover acciones de desarrollo social, es imprescindible que la estrategia de la empresa, en sí misma sea responsable y capaz de gestionar los riesgos derivados de la actividad del negocio (en cuanto a producción y comercialización) sobre el impacto en las personas. Para ello, debemos implementar en cada empresa los Principios Rectores, que aportan herramientas para la gestión de los derechos humanos en el ámbito empresarial.
Esto no es fácil. Una sociedad que cuenta con un tejido empresarial sano, es una sociedad afortunada, porque genera desarrollo económico y bienestar social, pero la empresa es un sistema muy complejo, difícil de gestionar, que requiere de una organización que coordine las tareas necesarias, para llevar a buen fin su misión.
Factores que aumentan los riesgos de vulneración de derechos
Hay varios factores que pueden favorecer estos riesgos. En primer lugar la grandísima concentración empresarial, lo que conlleva que determinadas empresas tengan un enorme poder económico y social con el que pueden influir excesivamente en los entornos donde desarrollan su actividad. Además, su tamaño dificulta la transmisión de la cultura para garantizar un correcto comportamiento a todos los empleados, accionistas, colaboradores y proveedores.
En segundo lugar, los mercados financieros y el desarrollo tecnológico permiten el movimiento de capitales con extraordinaria agilidad, lo que puede provocar cambios de difícil control que pueden afectar a amplias regiones de población.
En tercer lugar, las empresas en el entorno globalizado han deslocalizado sus actividades. En cuarto lugar, los procesos de una empresa son muy variados, compramos materiales, seleccionamos y remuneramos trabajadores, contratamos y pagamos a proveedores, atendemos al cliente, transportamos mercancías, desarrollamos productos y servicios, los publicitamos y promocionamos, y en todos – o en casi todos- estos procesos están implicadas personas, luego en todos ellos se es susceptible de vulnerar los derechos de estas personas.
Cuáles son los riesgos en la vulneración de derechos
Son muy diversos, en función del sector y la ubicación donde opera la empresa. Por ejemplo, uno de los riesgos más difícil de prevenir en el caso de una empresa de fabricación textil, es la violación de los derechos laborales de los trabajadores de su cadena de suministro, por la dificultad de control sobre las mismas. En el caso de una empresa de alimentos o bebidas, los riesgos más frecuentes son los relacionados con el uso del agua o la tierra y la salud de los consumidores. Para una empresa farmacéutica, es relevante el derecho a la salud y en el caso de una empresa dedicada a las tecnologías de la información, un importante riesgo es la vulneración del derecho a la intimidad, y así un largo etcétera. Pero hay otros muchos derechos que se pueden ver vulnerados como el derecho a la vida o a la no discriminación por cuestiones de raza o sexo, entre otros.
¿Cómo se lleva a la práctica el mandato de Naciones Unidas y del Plan de Acción Nacional de respetar los derechos humanos en las empresas?
Cumpliendo los Principios Rectores desde un nuevo modelo de gestión empresarial. Se requiere ir más allá de la implementación de soluciones temporales o de la denuncia. Debemos trabajar el proceso de debida diligencia en materia de derechos humanos en la empresa como lo que es: una herramienta o sistema de gestión. El Consejo de Administración de la empresa debe de impulsar el desarrollo de este nuevo paradigma junto al área que en la Alta Dirección tenga competencias trasversales capaces de liderar la gestión de este cambio, ya sea el área de Asuntos Públicos, de RSC, de Organización, Compliance, etc. Además, debe apoyarse en un equipo externo de especialistas que domine en su conjunto tres grandes disciplinas: la materia técnica de derechos humanos, él cómo trabajar en la estrategia, organización y management de empresas y, finalmente, el modo de abordar la gestión de grandes proyectos.
¿Cuáles son los frenos que nos encontramos?
Ante esta nueva normativa nos encontramos con varios frenos, entre los que destacan el desconocimiento que se tiene respecto a lo que es y no es la Responsabilidad Social Empresarial.
Otro de los frenos es el riesgo de confundir los Principios Rectores sobre las Empresas y Derechos Humanos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados también por Naciones Unidas. Mientras que los Principios Rectores establecen el estándar global de respeto a los derechos humanos, los ODS son un plan de acción para lograr la sosteniblidad social y ambiental a nivel global. Aunque ambos están íntimamente vinculados, los Principios Rectores constituyen el modelo establecido para garantizar el respeto a los derechos humanos en la empresa. También hay que destacar como un freno el hecho de que nos hemos “atascado” en la denuncia de situaciones específicas de vulneración de derechos y no en una estrategia de gestión desde la empresa para prevenir y mitigar los riesgos y construir soluciones.
En resumen, es necesario que las empresas estén gestionadas para sistematizar el respeto a los derechos humanos, siguiendo la nueva normativa y generando una cultura profunda desde dentro de las compañías y las instituciones, hacia el exterior. Este proceso es “una aventura en sí misma” para las empresas, que sin duda, descubrirán nuevos hallazgos acerca de cómo funciona su empresa y cómo afecta ésta a la sociedad.