Las cooperativas son una forma de empresa que reúne principios de participación democrática de las personas (trabajadores, agricultores, consumidores ….) y que compatibilizan el servicio a sus socios con el compromiso con el interés social.
A lo largo de su dilatada historia (la primera cooperativa se creó en 1844 por 28 artesanos de la localidad de Rochdale, en el norte de Inglaterra), y en el caso español, las cooperativas han estado y están presentes en el medio rural, ¿quién no conoce de la existencia de las cooperativas agrarias en gran parte de nuestros pueblos?, en la prestación de bienes y servicios a sus socios en condiciones más favorables a las que ofrecen las sociedades de capital, y generando empleo estable, posibilitando que los trabajadores sean los propietarios de la empresa.
Pero no solo en los momentos de crisis económica se han creado cooperativas de trabajadores, también lo han hecho en periodos de crecimiento económico, siendo un eficaz instrumento en actividades vinculadas a la educación y prestación de servicios sociales.
Ahora bien, dicho esto, según los datos publicados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, en cuanto a personas afiliadas a la Seguridad Social en cooperativas, se observa que ha habido un cambio de comportamiento en la creación de cooperativas y de empleo en las mismas en el periodo de 2008 a 2020.
Tomando como referencia datos de número de afiliados a la Seguridad Social en cooperativas del año 2008 (año que podemos establecer como el inicio de la crisis económica anterior a la de la pandemia) y los comparamos con los datos de 2020 (últimos publicados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social), podemos observar que en el periodo de 12 años se han perdido 10.315 afiliaciones (empleos), lo que representa un descenso del -3,30 %. Si este porcentaje lo comparamos con la evolución del total de afiliaciones a la Seguridad Social durante ese periodo, (descenso de afiliados del -4,08 %) se puede deducir que la formula cooperativa no ha tenido la misma eficacia en creación de empresas y empleo que lo tuvo en crisis anteriores.
¿Cuáles son las razones de este cambio de comportamiento?
Como primera aproximación a las causas habría que ver cuál es la situación por actividades económicas. Observando el cuadro de datos podemos ver como:
- El empleo en las cooperativas agrarias desciende poco a lo largo del periodo 2008 a 2020 (-1,68 %). Aunque las afiliaciones estén entorno a los 40.000, hay que recordar que en las cooperativas agrarias prestan servicios a un millón de agricultores que cotizan a la Seguridad Social con su propio Régimen.
- Durante el periodo de estudio, los descensos de empleo en cooperativas más significativos se han dado en la actividad industrial, con una pérdida de 18.388 afiliaciones a la Seguridad Social, lo que representa una caída del empleo de algo más de una cuarta parte del que había en 2008 (-26,43 %). También, es importante la pérdida de empleo en la construcción, con 12.209 empleos menos, que representa algo más de la mitad del empleo que había en 2008 ( -55,31 %).
- En el comercio y la hostelería el empleo en cooperativas se mantiene en cifras similares, tan solo se han perdido 2.104 empleos (-2,67 %). Hay que destacar que, en estas actividades con 76.821 empleos en 2020, hay unos 60.000 que corresponden a tres cooperativas, EROSKI, CONSUM y COVIRAN.
- El dato positivo más importante es el que hace referencia al empleo creado por las cooperativas de educación y las dedicadas a las actividades sanitarias, sociales y culturales, que, a pesar de la crisis económica, han creado 22.441 empleos, lo que supone un crecimiento del 43 % sobre 2008, y en su conjunto representan casi la cuarta parte del empleo total de las cooperativas (24,72 %).
Dentro de este epígrafe de actividades, el empleo en cooperativas de educación representa el 57 %, con 42.845 empleos en marzo de 2020.
Según estos datos, se puede inferir que el comportamiento del empleo en cooperativas desde la crisis económica iniciada en el 2008 hasta el año 2020 (datos a 31 de marzo, previo a la actual crisis económica producida por la pandemia), ha sido similar al que se ha producido en el empleo global de la economía, ha disminuido, aunque lo ha hecho un punto porcentual menos.
Ahora bien, dicho comportamiento en el empleo no ha sido igual según actividades, mientras que los descensos en el empleo han sido significativos en la industria y la construcción (actividades muy afectado de forma global por la crisis), en la agricultura se ha mantenido, en el comercio y la hostelería han sido menores y, sin embargo, el empleo en cooperativas de educación y en actividades sanitarias, sociales y culturales ha aumentado significativamente. Este último dato de crecimiento, da una señal de que el papel de las cooperativas formadas por trabajadores y que se dedican a actividades muy vinculadas a la prestación de servicios para las personas, como son la educación y los servicios sociales, son formulas muy eficaces y aceptadas.
Para que las cooperativas sigan teniendo un papel destacado en nuestra economía, transmitiendo valores sociales y participativos de las personas, y se cumpla el mandato de la Constitución española en su artículo 129.2 de apoyo a las cooperativas con una legislación adecuada, hay que acometer, de forma urgente, una serie de actualizaciones en las normas legislativas que regulan a las cooperativas y en sus medidas de fomento.
En mi opinión hay dos Leyes que deben ser modificadas sin más tardanza. Una, es la Ley de cooperativas estatal que está vigente desde 1999. Han pasado 22 años desde su aprobación y han ocurrido muchos acontecimientos en nuestra económica que requieren ser tenidos en cuenta en una nueva normativa de las cooperativas.
Es necesario modificar dicha Ley en la dirección de eliminar restricciones a la contratación de trabajadores, redefinir el tratamiento de las operaciones con terceros eliminando trabas a la actividad económica, favorecer la participación de capital de inversores que sin ser los tradicionales socios de bienes y servicios de las cooperativas apoyen el proyecto empresarial y flexibilizar las normas que permitan alianzas empresariales con otro tipo de empresas no cooperativas. En definitiva, hay que conseguir compatibilizar los principios cooperativos con la existencia de proyectos cooperativos que sean empresarialmente solventes.
La reforma de la Ley de cooperativas estatal puede abrir el camino a la reforma de las Leyes de cooperativas de ámbito autonómico, dando un mayor impulso a la creación de sociedades cooperativas y de empleo.
La otra Ley que es urgente modificar, es la que regula el régimen fiscal de las cooperativas. Esta Ley es de 1990, tiene 31 años de vigencia, y muchos de sus articulas ni se corresponden al modelo cooperativo que se necesita en la acutalidad ni a las variaciones que se han producido en este dilatado periodo de tiempo en los impuestos, perdiendo gran parte de la eficacia que en su origen pretendía tener de estímulo a las cooperativas. En este aspecto siempre es bueno recordar que hay compromisos políticos, como el acuerdo de gobierno entre la coalición PSOE UP, aún pendientes de cumplir: “Revisaremos el régimen fiscal de cooperativas y sociedades laborales para recuperar la eficacia tributaria en el fomento de este tipo de empresas”.
Conclusión, las cooperativas siguen siendo una forma de empresa participada por las personas, que contempla importantes valores sociales cada vez más necesarios en nuestra sociedad, y que pueden prestan un importante servicio en el medio rural, en actividades sociales y en la educación, sin dejar de ser un valor de gestión democrática en todos los sectores y actividades económicas, pero necesitan con urgencia de una modificación en su normativa legal que esté acorde a la nueva situación económica, flexibilizando algunos aspectos de la normativa actual.
Ahora falta que los representantes de las organizaciones de cooperativas y los responsables de las Administraciones públicas competentes en materia de cooperativas se pongan a trabajar para impulsar esta reforma sin más tardanza. Ánimo.